Capítulo 1175
Mónica también estaba atónita, ¿cómo pudo llegar a esto?

¡Diego la despreciaba aún más!

Aunque Alfonso no la reprendió, la mirada que le lanzó antes de irse llenó a Mónica de temor y pavor.

Desde que Mónica tenía memoria, su padre siempre estaba ocupado y apenas podía verlo unos pocos días al año.

Incluso si no podía verlo, cada vez que había algo bueno, siempre era él quien lo enviaba primero a su casa, y Mónica podía sentir el calor de su padre.

Su infancia fue muy feliz y, más tarde, con la ascensión de Alfonso, ella se convirtió en una especie de princesa, siempre rodeada de admiradores.

Pero ahora su propio padre la despreciaba de esta manera, y ella lo había arruinado una vez más.

Isolda la siguió, mirando a Alfonso con una expresión aduladora. —Alfonso, todavía hay comida en la cocina, haré que te la traigan. Tu salud aún no está óptima, necesitas descansar y recuperarte bien.

Alfonso sostenía un rosario en sus manos, que ya brillaba con el reflejo.

Siempre que se sentía molesto
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