Mientras Arin pensaba en las palabras de su hermano y qué podía hacer para poner el juego a su favor, entró Anika hecha una furia.

— ¿Cómo hiciste algo así?, irrumpir en la casa de Kaira, ¿no tienes vergüenza?

— Es mi esposa, la madre de mis hijos…

— Me siento muy decepcionada de tus acciones, ¿Cómo es posible que estás con otra y vas a molestarte a quien le hiciste tanto daño?

— Primero no estoy con ninguna otra, ¿por qué dices algo así?, segundo amo a mi esposa, aunque me di cuenta tarde y tercero quiero tu ayuda.

— No pienso ayudarte, no sé qué pensar de lo que afirmas, ¿cómo pudiste rehacer tu vida tan rápido?—, y sin más corrió a su habitación llena de lágrimas.

— ¿A qué te refieres? Por favor, Anika háblalo conmigo, no te vayas.

Yash entendía por completo el sentimiento de su hermana, pues él había presenciado de primera mano el sufrimiento de Kaira cuando apareció aquel beso romántico en las noticias.

Que la remplazara tan fácilmente por su hermana, con quien la comparó desde e