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Capítulo 18 La única solución para las preocupaciones es hacerse rico
A la mañana siguiente, Felipe le dio a Clara una pomada para las quemaduras. Clara estaba confusa.

—¿Qué es esto? —La expresión de su esposo era severa.

—Tus heridas...

Eran tan graves que quería saber cómo se los había hecho. No le gustaba, pero no podía dejar de pensar en ellas. Después de pensarlo con calma durante la noche, aun así, le pidió a Tomás que le trajera un ungüento para las quemaduras. También quería preguntarle a Clara qué había pasado exactamente. Sin embargo, a Clara no le hizo ninguna gracia.

—¡He dicho que no tiene nada que ver contigo! No me hables de anoche o te daré una paliza. —El acto de amabilidad fue rechazado y eso lo enfadó de inmediato.

—Nunca pensé en acosarte anoche. No me gustas, así que, aunque te quedes desnuda delante de mí, no te dedicaré ni una mirada más. Si no me crees, pruébalo.

—Tú...

—Estás delirando.

Felipe se dio la vuelta para marcharse y antes de llegar a la puerta cuando se detuvo y se dio la vuelta, añadió.

—Te compré la poma
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