A la mañana siguiente, Felipe le dio a Clara una pomada para las quemaduras. Clara estaba confusa. —¿Qué es esto? —La expresión de su esposo era severa. —Tus heridas...Eran tan graves que quería saber cómo se los había hecho. No le gustaba, pero no podía dejar de pensar en ellas. Después de pensarlo con calma durante la noche, aun así, le pidió a Tomás que le trajera un ungüento para las quemaduras. También quería preguntarle a Clara qué había pasado exactamente. Sin embargo, a Clara no le hizo ninguna gracia. —¡He dicho que no tiene nada que ver contigo! No me hables de anoche o te daré una paliza. —El acto de amabilidad fue rechazado y eso lo enfadó de inmediato.—Nunca pensé en acosarte anoche. No me gustas, así que, aunque te quedes desnuda delante de mí, no te dedicaré ni una mirada más. Si no me crees, pruébalo.—Tú...—Estás delirando.Felipe se dio la vuelta para marcharse y antes de llegar a la puerta cuando se detuvo y se dio la vuelta, añadió.—Te compré la poma
Clara sintió que alguien la miraba desde el segundo piso. Levantó la cabeza para comprobarlo, pero no vio a nadie conocido. Se calmó y se volvió para mirar al hombre que tenía delante. Arnold la observó y sonrió satisfecho. De manera burlona comentó. —¿Un niño como tú se atreve a pelear conmigo? ¿Por qué no te vas a casa a mamar de la teta de mamá?Mientras Arnold se reía, los extranjeros del público siguieron su ejemplo e insultaron a Clara.—Arnold, kill that pussy. ¡Mata este maricón!—¿Es ese su luchador más fuerte? Menudo enclenque. —Se burló el boxeador más grande—. Eres guapo. Me gustas, si aceptas acostarte conmigo después de perder, ¡no seré tan duro contigo y te dejaré vivir!Clara frunció el ceño. El comentario la habia enfadado. Se volvió para mirar al árbitro y solicitó.—¿Podemos empezar?La voz que salía de su boca era de un hombre, ya que utilizaba un cambiador de voz. El árbitro asintió, pitó, y la arena de inmediato quedó en silencio. Arnold miró a Clara con d
Felipe se quedó sin palabras. ¿Se había equivocado? Hizo otra llamada para conseguir una copia del vídeo de Clara pegando a la gente. Lo vio varias veces. Ahora estaba más seguro que nunca de que don Conejito era la misma Clara. Además, antes le había pedido a Diego que investigara al tal don Conejito, y no pudo encontrar ninguna información sobre él siendo este un hacker de primera. Era raro que se quedara sin nada. Pero lo hizo tanto para Clara como para el don Conejito.¡Era demasiada coincidencia! La respuesta más lógica sería que eran la misma persona. ¡Qué esposa tan increíble tenía! Cuando golpeó a unos matones hace unos días, pensó que era extraordinaria. Pero esos matones no estaban ni cerca del nivel de Arnold. Un verdadero luchador profesional no duró ni dos minutos contra ella. También estaba el hecho de que su información estaba protegida por los mejores hackers. Felipe sintió un repentino interés por Clara. Inmediatamente llamó a Diego.—¡Investiga a Clara por mí, sin i
Clara recibió una llamada de Emilia a tempranas horas de la mañana.¨Clara, ¿te has divertido últimamente? ¿Creías que Felipe me ignoraría porque te hice algo cruel? Pues estás muy equivocada.¨¨¡Ya verás! Hoy me reconciliaré con él. ¡No importa cuánto lo intentes, él siempre se preocupará por mí!¨Clara seguía medio dormida.—¿Quién es?—preguntó en tono poco amistoso.Emilia, sorprendida, dijo: ¨¿De verdad te has olvidado de mí? Estás mintiendo… Te habrás sentido bien por haber conseguido que Felipe se enfadara conmigo, pero déjame decirte que nunca ganarás.¨Clara se despertó un poco más y reconoció la voz de Emilia. Estaba molesta.¿Cómo consiguió su número esa zorra?Si Emilia no hubiera hecho esta abrupta llamada, Clara se habría olvidado por completo de ella.No quería malgastar su energía con Emilia. Bostezó, colgó y se volvió a dormir.Emilia estaba indignada. ¨Maldita sea. Cuando Felipe me perdone, a ver que más me puedes hacer.¨Emilia estaba segura de que Cla
Tras la visita al cementerio, Sofía propuso que fueran a comer juntos.Felipe no se opuso.—Yo invito—dijo.Los llevó a un restaurante muy elegante. También pidió toda la comida que les gustaba por cortesía.Emilia estaba encantada. Ignoró las repetidas advertencias de Sofía y le hizo una foto a Felipe a escondidas. Luego se la envió a Clara.Clara estaba durmiendo cuando recibió el mensaje. Se despertó y miró el móvil.El mensaje era de un número desconocido. Era una imagen junto con algo de texto.[Hoy he quedado con Felipe. Incluso vamos a comer juntos. ¡Mira! ¡Él siempre me perdonará no importa lo que te haga!]Clara no se inmutó. Dejó el teléfono a un lado y volvió a dormirse.Emilia vio que Clara no respondía a su mensaje. Pensó que Clara estaba destrozada, lo que la alegró. Fue al lavabo y la llamó.¡Quería oír llorar a Clara!El teléfono de Clara no dejaba de sonar, lo tomó, frustrada, y contestó:—¡¿Qué demonios quieres hacer?!Emilia, con arrogancia, respondió:
Clara abrió los ojos, sorprendida. No sabía lo que estaba pasando.Felipe saltó de repente sobre ella sin decir una palabra.Ella se sobresaltó e instintivamente se esquivó hacia un lado. Pero él fue más rápido que ella y la agarró del brazo.La tiró de nuevo a la cama y la sujetó con fuerza. Luego empezó a besarla.Clara no podía creer lo que estaba pasando. —¡Eh! Tú...Felipe le mordió la oreja.A Clara se le salieron los ojos del susto. Sintió como si todo su cuerpo se electrizara. Su rostro se sonrojó rápidamente.Clara estaba aturdida. Y Felipe aprovechó la oportunidad para subirle los humos.Le agarró los brazos y se los puso por encima de la cabeza. Luego se inclinó para intentar besar a Clara en los labios.Clara recobró el sentido y empezó a defenderse. Se defendió con todas sus fuerzas.Ella también era una luchadora entrenada, por lo que Felipe fue incapaz de alcanzar sus labios. Se puso inquieto y mordió la barbilla de Clara en un arrebato de rabia.Clara soltó
Felipe estaba tumbado en el frío y húmedo suelo del cuarto de baño. El retrete estaba a su lado.Se sorprendió e intentó incorporarse.Jadeó de dolor. No sabía qué le dolía, pero le dolía todo el cuerpo.Felipe se levantó, sujetándose la cintura. Se miró al espejo y sus ojos se abrieron de par en par.Tenía marcas de arañazos en el cuello. ¡Era evidente que alguien se lo había hecho!No tenía las marcas cuando llegó a casa anoche. Sólo podía significar que Clara era la responsable. ¿Y ella lo dejó en el baño después de eso? ¡Qué zorra!Felipe estaba furioso. Quería ajustar cuentas con ella, pero cuando intentó abrir la puerta, ésta no se abrió.Volvió a intentarlo, pero fue en vano. Clara había cerrado la puerta.Su ira creció y gritó: —¡Clara! Abre la puerta!No obtuvo respuesta. Entonces empezó a golpear la puerta.El ruido despertó a Clara. Abrió los ojos somnolienta.Se dio cuenta de que el ruido procedía del cuarto de baño. Frunció el ceño y se levantó mientras se frota
A través de este incidente, Felipe pudo darse cuenta de que Clara realmente no sentía nada por él. Si sintiera el más mínimo afecto, ¡habría aprovechado la oportunidad de acostarse con él la noche anterior!Pero ella no...Felipe estaba desconcertado. ¿Cómo podía no gustarle alguien tan excepcional como él? Algo malo debía de tener.Felipe no estaba siendo arrogante. Simplemente se conocía bien. Provenía de una buena familia, era guapo, sobresalía académicamente y era capaz.Encajaba en el molde del hombre ideal con el que a menudo soñaban las chicas. Les gustaba a muchas chicas.Si a Clara no le gustaba, ¿qué clase de hombre le gustaba?Felipe se dirigió a tientas al cuarto de baño para darse una ducha. Luego se cambió y bajó a desayunar.Emilia llegó cojeando.Felipe frunció el ceño cuando la vio. No era tonto. Sabía que ella tenía algo que ver con que le drogaran anoche.Emilia, al ver las heridas en el cuello de Felipe, inmediatamente preguntó:—Pipe, ¿qué te pasó? ¿Cómo t