Bryson se rio, y no había ni un solo rastro de miedo en su apuesto rostro.

“¿Qué, esta víbora está tan enojada que está empezando a comerse a la gente?”.

El corazón de Tiffany se había convertido en cenizas frías. Cuanto más Bryson se burlaba de ella, más profundo se volvía su resentimiento.

“¿Crees que estoy jugando? Juro por Dios que hablo en serio. ¡Si no tomas una decisión en tres segundos, tanto tú como esta zorra van a morir!”.

Mientras ella hablaba, se agachó y sacó una hoja brillante de su zapato.

Charlotte estaba profundamente conmocionada mientras miraba el cuchillo afilado, emitiendo una vibración espeluznante bajo el sol de la tarde.

Se le ocurrió que Tiffany había querido matarlos desde hace mucho tiempo. De lo contrario, ¿por qué escondería un cuchillo en su zapato?

“Tres… dos…”.

Tiffany comenzó a contar hacia atrás.

“¡Uno!”.

“¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!”.

Bryson ya no pudo mantener la calma y no había nada más que pánico en sus ojos hermosos.

“Lo he decidido. Solo mátame.