“Viniste al portón para recibirme personalmente. ¿No vas a invitarme a tomar una taza de té?”.

Charlotte se burló. “¡Lo que sea que quieras decirme, solo dime aquí mismo!”.

En ese momento, las puertas de los siete Lamborghinis blancos se abrieron de golpe y al menos treinta personas con trajes negros salieron de los coches y rodearon a Charlotte como un muro de hierro. Luego metieron sus manos en sus bolsillos, sacaron sus pistolas y apuntaron a Charlotte casi al mismo tiempo.

Incluso Charlotte, que había pasado por mucho, tembló de miedo.

“Jajaja… Carlie, ellos son tan obedientes como perros bien entrenados. ¡Harán lo que les pida que hagan, así que por favor no te mojes los pantalones!”. Jezabel levantó la cara con satisfacción, como si estuviera presumiendo. “Soy la única hija de mi padre, y él me ama mucho, así que, ¿cómo crees que se siente después de escuchar que me golpeaste en el estudio? Es por eso que envió a estos hombres para protegerme. Seguramente has escuchado hablar