“Ella está mintiendo. No se dejen engañar por su cara hipócrita. Ella le encanta incriminar a la gente. ¡No crean en nada de lo que sale de su boca!”. Su ira inmensa hizo que Charlotte temblara de pies a cabeza, y llamas furiosas brillaban en sus ojos.

El oficial que acababa de hablar miró a Charlotte. “La Señorita Larson está afuera en este momento. Si tienes alguna duda, puedes hablar con ella”.

Tan pronto como el oficial terminó de expresar su sugerencia, otro oficial abrió la puerta de la sala de interrogatorios sin dudarlo.

Efectivamente, Lorraine estaba sentada en una silla en la oficina exterior. Llevaba un pijama semitransparente que parecía tan delgado como las alas de una cigarra, y su elegante cuerpo parecía imponente.

Al verla, Charlotte sintió como si alguien hubiera cavado un abismo en su corazón, ¡y una mezcla de emociones brotó histéricamente de este abismo!

“Lorraine Larson…”. Pronunció ese nombre con odio, Charlotte caminó hacia Lorraine paso a paso.

La policía