Zachary pasó por el pasillo y entró en un ascensor vacío.

Tan pronto como las puertas del ascensor se cerraron, quitó su fachada fría y distante. La tristeza que apareció de repente en sus ojos deslumbrantes fue tan intensa que era sofocante.

Las palabras de Ivan resonaron en sus oídos como una maldición.

'¡Soy un presagio de la desgracia! ¡Mi mala suerte lanzó una maldición mortal sobre mi niñita, a quien he estado añorando! Sotiria Green… Una mujer que ha logrado despertar emociones en mi corazón, como la niñita… Si sigo acosándola, también morirá…'.

¡Din!

Las puertas del ascensor se abrieron. La mujer que había estado esperando el ascensor afuera vio a Zachary, que seguía en el ascensor. Ella miró su deslumbrante rostro durante al menos cinco segundos, luego se sonrojó y dijo: “Señor, el ascensor ha llegado a la planta baja. ¿Por qué no sale?”.

Solo entonces Zachary volvió a sus sentidos. No miró a la mujer. En cambio, distraídamente dijo: “Gracias”.

Hacía menos de media hora