Las palabras de su padre resonaron en su mente, Beta Aiden se sintió atrapado entre sus emociones conflictivas. —Escuché que… la rama secundaria ofreció a Tabitha para ser Luna… —continuó ese Beta, su voz temblando al hablar de la pareja del nuevo Alfa—. Es tan joven, su loba recién ha despertado… ¿Se la darán a Rezef? Ha sido nuestra amiga desde… Siempre. Es incómodo que le hagan esto… —Tabitha aceptó. Dijo que siempre ha preferido a Rezef sobre cualquier otro. Está emocionada con la decisión de que él sea el Alfa —la cruda y tajante verdad cayó sobre Beta Aiden como un balde de agua helada, hiriendo su corazón. Él había amado primero a Tabitha, y en ese instante, se dio cuenta, por boca de su padre que ella… lo miraba como a cualquier otro lobo de la manada. ¿Si hubiera aceptado ser el Alfa, le habrían dado a Tabitha? Esa pregunta atravesó su mente, pero rápidamente la desechó, intentando ahogar esos pensamientos egoístas y llenos de envidia. Tabitha sería feliz con Rezef.
Beta Gaspar sonrió, una mueca que mostraba su sadismo. Se acercó más, la daga brillando en su mano rodeada de su magia negra. —Oh, pequeña estúpida~ tú eres lo de menos. No me interesa tu vida, pero tu manada sí. Y tú, salvarás tu vida contando todo lo que pasa en Luna Plateada~ —le respondió burlista ese Beta, acercando la hoja al cuello de Tabitha, dejando que el frío metal la rozara—. Solo necesito que hables un poco… —susurró él, provocando un escalofríos en esa hembra. —Jamás te diré nada… —replicó ella, su voz apenas un susurro, pero llena de desafío. ¡NO IBA A TRAICIONAR A LOS SUYOS! ¡Tabitha jamás haría algo para perjudicar la manada de donde venía y que lideraba su más amado Alfa! Beta Gaspar se echó a reír, una risa que resonaba en las paredes heladas de la habitación. —JAJAJA~ Tu valor es admirable, m@ldita perra~ pero no durará mucho. Verás, tengo algunos métodos para hacerte hablar. Y créeme, son… Bastante interesante jaja~ —se burló ese Beta, girando la dag
El destello blanco se desvaneció tan rápido como había aparecido, dejando a Beta Gaspar parpadeando, tratando de recuperar la visión. Tabitha, aprovechando el momento de confusión y que las cadenas mágicas que la ataban se rompieron, intentó moverse, pero sus fuerzas la traicionaron. La daga de Gaspar había hecho demasiado daño en todo su cuerpo, las heridas no sanaban siguiendo sangrantes. ¡PUM! De repente, se abrió la puerta de golpe y un rugido ensordecedor resonó en la habitación. Una figura imponente apareció. Era el Rey Alfa Dalton, su presencia irradiaba autoridad y poder. Sus ojos dorados se clavaron en Tabitha con una frialdad escalofriante. —¡Alfa Rey! —exclamó Gaspar, retrocediendo instintivamente—. ¿Qué hace usted aquí? Dalton no respondió. En un movimiento rápido y preciso, se lanzó hacia Tabitha, derribándola con una fuerza brutal. BUM~ —AAAAHHH~ —gritó ella ante el impacto de su cuerpo sobre el suelo y el enorme dolor que sintió. Alfa Dalton sobre esa hemb
Dichos símbolos, no parecían ser algo difícil de descifrar pero por alguna razón, por más que los vieran o leyeran, simplemente no lograban entender, como si estuvieran protegidos por algo que confundía sus mentes. Mientras Beta Aeron hablaba con la manada, un ruido inesperado captó su atención. Algo que era totalmente ajeno al ambiente del pantano. Su mirada se agudizó, su oído y su olfato alertas. Sin dudarlo, avanzó hacia el bosque. Podía sentir ligeramente el aroma de su Reina Alfa, Maray. Sin embargo, también la de Alfa Rezef. Una extraña mezcla que llamó su atención y pensó que esos dos habían ido al territorio. —¿Reina, está aquí? —la llamó ese Beta, esperando encontrar a su tan querida Reina. Pero en lugar de Maray, se encontró únicamente con Alfa Rezef, en su forma lobuna de pelaje oscuro azulado. El aroma de Rezef, mezclado con el de Maray, llenó sus fosas nasales, y una furia intensa se apoderó de Beta Aeron. Sin pensarlo dos veces, Beta Aeron tomó su forma d
—Es solo una suposición, Rezef. Ginne… le envío sus recuerdos a Reina usando su don divino. Pero… Maray no ha logrado desbloquear todos ellos… —le explicaba Beta Aeron a Rezef, su voz llena de preocupación. Ese Alfa continuaba su camino por las ruinas, seguido a pasos lentos por ese Beta pelirrojo. —Es extraño… ¿Por qué no los ha desbloqueado si ella es una Reina Alfa? Tuvo su ritual de iniciación, ¿no? —preguntó Rezef, la confusión evidente en su rostro. —Lo tuvo. Sin embargo… no en nuestro territorio ni en el templo sagrado de iniciación. Un maldito lobo Alfa la andaba buscando para matarla —dijo Aeron, su mirada fulminante clavada en Rezef. Rezef guardó silencio, su expresión helada y distante, mientras una sonrisa burlona comenzaba a asomarse en sus labios. —¿Es mi culpa?, no lo creo. Ella huyó por su propia cuenta. Regresó por su propia cuenta. No la he obligado. —¡No en esas cosas! ¡Pero en muchas otras sí! —frunció el ceño ese Beta pelirrojo, sus manos en puños, marcando
Aeron miró por encima de su hombro hacia Rezef, luego dirigió su mirada hacia Alfa Hugo. —Ese maldito ya le pertenece a mi Reina… ¿Puedes sentirlo?, ella lo marcó. —¿Pertenece? Jajaja~ —se echó a reír Alfa Hugo—. ¡Quién diría que esa niña iba a domar a uno de los Reyes Alfas más temidos! —No le prestes atención —dijo Beta Aeron, comenzando a alejarse de la zona—. Ven conmigo y cuéntame tus motivos para estar aquí, aunque… ya tengo una ligera idea de qué se trata. "¿Domar…? Maldito Hugo…" Pensó Alfa Rezef, dándoles la espalda; curioseando en los alrededores de las ruinas, entre selva, arbustos y enredaderas. Mientras Rezef se adentraba en las ruinas, se topó con un enorme agujero cubierto de raíces y lianas, las cuales arrancó con determinación. Algunas escaleras se revelaron, pero solo una fracción de ellas; la oscuridad en el interior era abrumadora. Un brillo plateado, como el de la luna, iluminó los ojos de ese Alfa, quien, utilizando la vista de su lobo, comenzó a descen
—Si me tocas, te mato —lanzó una advertencia amenazador, Alfa Rezef, sus ojos grises con un ligero brillo plateado, su lobo, alerta. Alfa Hugo se detuvo en seco antes de acercarse más a ese Rey Alfa de una las manadas más poderosas del mundo, Luna Plateada. —No recuerdo haberte hecho ningún daño anteriormente, Rey Alfa Rezef —le habló con educación Hugo, quien seguidamente exhaló y volvió su mirada hacia Beta Aeron. Ese Beta pelirrojo, estaba abriendo a la fuerza el cofre con sus garras afiladas. Un cofre de madera oscura cuyos grabados circulares de inmediato alertaron a Rezef. —Yo en tu lugar, no abriría eso. Déjalo a mi Luna, ella sabrá qué hacer —le advirtió ese Rey Alfa, viéndolo seriamente a la vez que se ponía de pie y cepillada hacia atrás su desordenada cabellera negra. —Sé que hacer. No te metas en esto, Rezef… —gruñó Beta Aeron, en segundos un pequeño sonido se produjo. Crack~ Se abrió el cerrojo, que ese Beta forzó. De inmediato un polvo rojizo comenzó a s
La voz de Beta Gaspar resonando en el aire provocando un eco en la habitación de piedra. Con una de sus manos, trazaba gestos en el aire, cada movimiento impregnado de energía oscura. A su alrededor, una aura negra comenzaba a formarse, chispeando como rayos eléctricos que surgían de la atmósfera. El hechizo que estaba a punto de culminar, sería un enorme cambio para Tabitha y una ventaja para Garra Dorada al utilizar a esa hembra. Mientras las palabras de poder fluían de los labios de ese Beta, Las marcas en la piel de esa hembra, brillaban débilmente, respondiendo a la magia que la envolvía. Gaspar sentía cómo la conexión entre ellos se fortalecía, cómo comenzaba a tener el absoluto control del cuerpo de esa hembra y próximamente interferiría con su voluntad, con un hechizo mental. Finalmente, tras más de una hora, cuando el último de sus conjuros se desvaneció en el aire, un silencio absoluto ocupó el espacio. Con un gesto decidido, Beta se acercó a Tabitha, tomando un