—¡Maray! ¡¿Qué te pasa?! No pareces estar bien. Debiste quedarte —exclamó Rezef al ver a su Luna con la mirada perdida. Ella parpadeó varias veces, intentando regresar a la realidad. —Lo estoy, es solo que yo… AH~ —las palabras de esa hembra fueron abruptamente interrumpidas cuando ese Alfa la atrajo hacia su cuerpo en un intenso abrazo. Sorprendida, la belleza pelirroja sintió el calor y el aroma adictivo de las feromonas de su macho, que comenzaron a brindarle una paz que nunca había experimentado… De repente, ya no pensaba en la muerte con terror. Recordó las palabras de Rezef: « Sé que pedí en el trato maldito que me dieras un cachorro. Pero ya tengo dos; el tercero puede esperar un poco más ». "Es cierto. Solo… Solo tendremos ese bebé después de acabar con Dalton y, para entonces… ya me sentiré cómoda con ello…" Tras esos pensamientos, Reina Maray suspiró con alivio. El hombre lobo se apartó un poco, posando delicadamente sus manos en los hombros de ella. —Tenemos que con
—Tú, como siempre, de interesado y ambicioso… —negó Maray lentamente con la cabeza, retrocediendo un paso de ese Rey Alfa—. No estés tan cerca de mí. Te prefiero lejos… El olor de esa loba se impregna en ti. Cuando lleguemos a la mansión, date un buen baño o no te tocaré. —Mmm~ ¿así que estás pensando en tocarme?~ —preguntó él en un tono juguetón, con una sonrisa traviesa en sus labios. Maray se sorprendió, sin poder ocultar su desagrado. Intentó cambiar de tema abruptamente: —No había rastros de magia. Quizá la lluvia los borró… Fue una lluvia extraña, misteriosa y bastante fría. ¿Ahora me dirás cómo te heriste el brazo? Maray continuó caminando de regreso a la mansión, y ese Alfa la seguía a unos dos metros de distancia. —Fue un trozo de roca bastante afilado —le contó Alfa Rezef—. Una de las trampas que tenías con tu magia, que fortaleciste, hizo explosión. Para ser más específicos, yo causé la explosión. ¡Maray volvió a ver de inmediato a ese Alfa, furiosa! —¡¿Qué hiciste
—Alfa, ¿Está diciendo que hay un infiltrado caminando libremente por el territorio, y estamos aquí en lugar de alertar a toda la manada? —preguntó uno de los hombres lobos longevos de Luna Plateada. Sentados a la mesa del salón de reuniones. Rezef exhaló, su mirada seria cargada de furia. Si había alguien que estaba molesto más que nadie… ERA ÉL. —¡Exijan a Tabitha despertar! —habló otro de los lobos consejeros—. ¡Ella tiene que ser llevada al cuarto de interrogación! Maray, que se encontraba sentada en la imponente y elegante silla acolchada cercana a la de su Alfa, sonrió con malicia ante el comentario de ese hombre lobo. —Lo apoyo. Creo que debería explicar quién la atacó y si fue el infiltrado, si ella lo vio. Sería una pieza clave para resolver el misterio y encontrarlo fácilmente~ —decía altiva esa Reina Alfa, con sus piernas cruzadas, luciendo un glamuroso vestido de tirantes, de un flamante color rojo sangre, cuyo escote en V era largo llegando hasta la faja a me
El ambiente en el salón de reuniones era extremadamente tenso. Todos veían fijamente a sus Reyes. Tanto lobos longevos de Luna Plateada como algunos de Noche Carmesí que seguían en el territorio respaldando a Maray a petición de Beta Aeron. ¡PLAF! ¡Maray le dio un manotazo a su Alfa, apartando la mano de él de la barbilla de ella! —¡¿Y qué esperabas, Rezef?! ¡HE LIDIADO SOLA CON ESTO POR CINCO AÑOS! —se exaltó ella, liberando su furia contenida, ese Alfa hizo una expresión de sorpresa, que rápidamente pasó a una seria—. ¡Nuestro bebé NO PUEDE VER! ¡Nadie me dice qué tiene! ¡No encuentro una cura! ¡El sufre! ¡Le duele! ¡Y no puedo hacer nada! —exclamaba ella airada, en su voz temblorosa la impotencia que sentía. Maray comenzó a caminar en dirección a la salida. Todos en el salón quedaron anonadados al ver la furia liberada de esa hembra. —¡Alfa, no debería dejar que Luna le falte el respeto así!, ¿cómo puede creerse con el derecho a gritarle y… —ese hombre lobo consejero de
Maray quitó su mano de el sector del pecho de ese Alfa. Evitando caer en las intensas sensaciones que ese hombre lobo la hacía sentir. Rezef suspiró, ella nuevamente quería hacerlo todo por sí misma y eso lo frustró. —Entiendo que quieras mantenerme al margen. Pero es imposible, soy tu Alfa y es mi territorio, sabes que lo averiguaré de una u otra manera. ¿Por qué no solo hablas ya? —la voz decidida de ese Alfa le mostraba a Maray que no se daría por vencido, ni iba a dejarla ir hasta que ella hablara. Maray inquieta hizo contacto visual con la penetrante mirada de ese Alfa. Esos ojos que mostraban un brillo plateado y dejaban ver la furia en él. El resplandor de los relámpagos filtrándose en el pasillo debido a la tormenta exterior. Iluminaban a la alta y majestuosa figura de ese hombre lobo frente a ella que la acorralaba contra la pared. —Yo solo quería ayudar a Connor e hice muchas cosas de las que no estoy orgullosa… —susurró Maray. Terminando por seder ante su mate.
—¿Es así?, pero… Sabes la situación de Connor —le dijo Maray preocupada, a su abuelita—. Me has ayudado por años abuelita. Lo hemos intentado TODO, y sigue ciego… Escuché de una tribu oculta, poseedora de artefactos mágicos… Quizá… ¿Uno de ellos serviría para descifrar lo que tiene? —¡No te metas con esas extrañas tribus ocultas! —la regañó de inmediato, la vieja Zoraida. Tap~ tap~ En ese momento, se escucharon los pasos de Beta Aeron, que venía bajando las escaleras. —¿Y mis bebés? —le preguntó Maray de inmediato. —Siguen dormidos —le respondido él, acercándose a ambas mujeres y de inmediato notando que Maray vestía sus ropas de viaje—. ¿Reina, piensa salir? —¡No lo hará! ¡He tenido una terrible visión! —exclamó Zoraida. —¡Abuela! ¡Lo haré! ¡No tengo más opciones! ………… ✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ —¡ESPERA UN MOMENTO! —interrumpió sorprendido, Rezef a Maray. Ella de inmediato hizo un gesto de silencio llevando su dedo índice a sus carnosos y rojizos labios. —Los cach
"Todo está bien ahora… He logrado ponerme a salvo" Pensó la Reina de la manada "Noche Carmesí". Una vez que se quedó en el interior de una cueva, con la seguridad de las rocas húmedas alrededor. Sin embargo… Esa Alfa Reina había pasado por alto un pequeño hecho. Su abuela la bruja Zoraida, le informó que no veía bien al enemigo que la atacaba en su visión, por un resplandor muy poderoso. En toda la huida de Maray… NO HUBO TAL RESPLANDOR. Ella cayó sentada en el suelo rocoso de la oscura cueva, aprovechando que estaba manchada de sangre por doquier. Tomó un poco de la misma y con un poderoso hechizo abrió forzadamente el cobre. En el interior… Vio un pergamino. Ese pergamino oscuro como la noche, hecho de dura piel escamosa que mostraba un ligero brillo majestuoso. ¡Maray quedó estupefacta! Lo sostuvo en sus manos y sintió que a pesar de parecer ligero, era bastante pesado. Intentó abrirlo, pues por el grueso del pergamino dedujo que tenía mucho contenido en su inte
Maray volvió a ver a su macho, en los ojos de esa hembra, el brillo entristecido del arrepentimiento y en su expresión la culpabilidad. Ella asintió. Dándole a entender que sí era la historia del pergamino que unió el trato maldito de ambos. —Ah~ —soltó un sonido ese Alfa, acompañado de un largo suspiro, Rezef apoyó su espalda en el espaldar del sofá y reclinó su cabeza. Su mirada dirigida en el techo de la habitación—. ¿Por qué eres tan problemática? —una de sus manos en la espalda baja de Maray y la otra, sobre los muslos de ella. —Fue por Connor… —susurró Maray, apenas audible. —Espero que no guardes más secretos como ese… ¿O hay algo más que quieras decirme? —le preguntó ese hombre lobo, volviendo a enderezar su cabeza y clavando su fría mirada en su Luna. —No… No que recuerde… Je~ —sonrió ella con nerviosismo, inclinando su cabeza— Pero sabes, hacía todo eso por Connor. Estaba desesperada y no- —May —la interrumpió ese hombre lobo, Maray guardó silencio más no volvió