Capítulo 62
El sábado, el tiempo era agradable. A través de las gruesas nubes se filtraban rayos de sol cálido. Lucía sudó un poco durante su carrera matutina, se duchó al volver a casa, se cambió de ropa y tomó un taxi para ir a casa de Ana con la medicina que había comprado.

—Profesora, estas medicinas deben tomarse tres veces al día. Como hace frío, no es necesario guardarlas en la nevera, solo recuerde calentarlas un poco antes de tomarlas.

Ana no le temía a nada, excepto al sabor de la medicina china. No solo sabía mal, sino que también olía terrible.

Miró el líquido negro en silencio, alejándose un poco, y luego hizo un último intento:

—¿Es realmente necesario tomarla?

—Por supuesto que sí —dijo Lucía—. Ya he hablado con su ama de llaves para que se asegure de que la tome tres veces al día, sin falta.

Ana hizo una mueca: —Oh, está bien.

No podía rechazar la buena intención de su estudiante.

Viendo su expresión de disgusto, como la de una niña, Lucía sonrió discretamente: —La medicina es bast
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