Lucía y Sergio observaban desde el exterior de la cafetería. A través del ventanal, aunque no podían escuchar la conversación, notaban cómo la expresión de Carolina pasaba de la confusión a la seriedad, y luego al arrepentimiento —claramente no era una charla agradable.Fernando estaba por marcharse cuando, de repente, Carolina alzó la mirada y dijo algo que lo transformó por completo, como una vela que se enciende con una chispa. Volvió a sentarse y continuaron su discusión.Esta vez, Carolina se mostró mucho más comunicativa, y aquella expresión algo rígida se iluminó con un nuevo brillo.Al terminar, Fernando se levantó y extendió su mano nuevamente —Carolina, que tengamos una excelente colaboración.Esta vez, Carolina no dudó y se levantó para corresponder el saludo —Gracias. Si hubieras mostrado las pruebas de edición desde el principio, nuestra conversación habría sido mucho más fluida.Fernando respondió —Las palabras son sagradas, pueden contar historias, expresar emociones, ce
Esa noche, Lucía notó un depósito inesperado de doscientos mil en su cuenta bancaria.Al recibir la notificación del cambio de saldo, se quedó paralizada. De inmediato, apartó las sábanas, se levantó y corrió a la habitación contigua —¿Mamá, por qué me transferiste dinero?Carolina y Sergio intercambiaron miradas, como si hubieran anticipado esta reacción —Lo hablamos con tu padre. Gastaste mucho en la casa, y antes no podíamos ayudarte, pero ahora que podemos, aunque no sea suficiente, al menos queremos aportar algo.—¡No necesito el dinero!—Lo sé —respondió Carolina con una sonrisa suave—. No te lo doy porque lo necesites. Tu padre y yo vivimos en la casa, y ahora que tenemos dinero extra, es justo que contribuyamos con los gastos.—Pero somos familia, no hace falta ser tan meticulosos con esto.—Estoy de acuerdo, entonces ¿por qué tú sí quieres serlo con nosotros?Acorralada por el argumento, Lucía se quedó sin palabras.—Pero...—Ya basta de peros —interrumpió Sergio—. Hazle caso
Ese día, Lucía se levantó temprano para ir primero a la oficina de administración académica y luego realizar los trámites de inscripción en la facultad.La ceremonia de inauguración estaba programada para el día siguiente.Como Lucía no vivía en el campus, se ahorró la mudanza a los dormitorios, así que tenía la tarde libre. Decidió visitar a Gabriel en la Facultad de Informática.—¿Lucía? ¡¿Qué haces aquí?! —los ojos de Gabriel brillaron.—Vine a verlo. No sea que alguien me acuse de no visitarlo y luego se ponga caprichoso, poniéndome ejercicios difíciles que en realidad son para el examen final.—¡Ejem! —Gabriel tosió para disimular su vergüenza—. Yo... eso es... ¡aprovechar al máximo cada ejercicio, siguiendo el espíritu de no desperdiciar nada!Estaban conversando cuando Lucía recibió una llamada de Ana pidiéndole que fuera a su oficina, así que se despidió.—¿Te llamó Ana?—Sí.Gabriel resopló suavemente —Lo sabía, es ella, siempre tan posesiva, como si temiera que alguien te rob
La escena continuó desenvolviéndose naturalmente...Lucía tomó una galleta —Gracias.—¿Qué tal está? ¿Te gusta? —preguntó Talia mirándola con ojos expectantes, como una niña buscando aprobación.—Está rica, y no es demasiado dulce —respondió Lucía.—¡Te lo dije! He probado muchas marcas, ¡y estas son las mejores galletas de chocolate!Después de pensarlo un momento, Talia se dirigió a Carlos —¿Quieres una?—No, gracias. Tienen muchas calorías, engordan —juró que no había intención de burla en sus palabras, solo estaba haciendo ejercicio y necesitaba controlar su dieta.Sin embargo...Talia, con su metro sesenta y sesenta y cinco kilos, se quedó atónita.¿Qué insinuaba su nuevo compañero?¡¿Cómo iban a llevarse bien después de esto?!Lucía intervino oportunamente —Talia, ¿puedo tomar otra?Talia se acercó inmediatamente, como un cachorro... bueno, un perro grande herido —Lucía, tú sí que me tratas bien.Carlos se quedó perplejo.Pronto, el paquete de galletas se vació. Lucía había comid
Talia susurró: —Esta Yulia... no es cualquier persona.—¿Por qué lo dices?—Apenas salieron las admisiones de posgrado, me uní al grupo de nuevos estudiantes, y ella era el tema principal de conversación...Era una estudiante destacada de la universidad que, aunque su promedio no alcanzaba para la admisión directa, había publicado seis artículos SCI durante la licenciatura, por lo que la facultad la admitió como caso especial.La llamaban "niña prodigio" y "nueva estrella académica".—Ah, así que esta es la famosa Ana —uno de los chicos habló con una sonrisa burlona, su tono contradecía el supuesto respeto de sus palabras.Talia frunció el ceño —Ese Enrique es el administrador del grupo de nuevos estudiantes, pasa veintidós de las veinticuatro horas del día escribiendo ahí, y tiene una lengua muy afilada.Apenas Enrique terminó de hablar, Regina se dirigió a los otros estudiantes —¿Qué esperan? Saluden a Ana.Yulia torció la boca sin decir palabra.Su fama era tan grande como su arroga
Esas palabras no solo insultaban a Enrique, sino que también arrastraban a Regina y los demás.—¿Así que tú eres esa estudiante de posgrado entrada en años? —Regina finalmente se dignó a mirar a Lucía directamente, esbozando una sonrisa despectiva—. Tienes la lengua bastante afilada, pero quién sabe si tus capacidades están a la altura.—¡Exacto! —intervino Enrique—. ¿Qué estudiante normal entra a un posgrado casi a los treinta? O tiene algo mal en la cabeza o simplemente carece de talento. ¿Tan bajo ha caído el nivel académico?Lucía escuchó aquello manteniendo una expresión serena: —Si tengo algo mal en la cabeza o no, no es asunto tuyo, pero tú... tú sí que estás enfermo.Carlos, quien había permanecido en silencio, añadió de repente: —Y tiene rabia, muerde a cualquiera que se le cruce —luego, dirigiéndose a Regina, quien lideraba al grupo, continuó—: Si yo fuera el dueño, a un perro así de desobediente lo sacrificaría cuanto antes, no sea que un día termine mordiendo a su propio am
La ceremonia de apertura terminó y con ella comenzó oficialmente la vida de posgrado de Lucía. El horario estaba bastante cargado, con clases desde las nueve de la mañana hasta el mediodía.El primer día, Talia casi llega tarde y apareció directamente en chancletas y shorts. Lucía la miró desconcertada: —Talia... ¿no te olvidaste de cambiarte los zapatos?—¿Eh? —Talia bajó la mirada hacia sus crocs—. No, son estos mismos, ¿por qué?—¿Vienes... a clase en chancletas?—Sí, ¿hay algún problema? En mi región todos usan chanclas y shorts en verano. De hecho, para ser más formal, me compré especialmente estos crocs.Carlos la miró de arriba abajo: —¿Formal?—¡¿Qué tiene de informal?! —protestó Talia.—Como tú digas, mientras estés contenta... —respondió Carlos.—No lo entiendes —soltó Talia con desdén.Carlos suspiró resignado. Efectivamente, no lo entendía.Después de clases, los tres quedaron para almorzar juntos. Durante la conversación, Lucía se enteró de que ninguno vivía en el campus:
Un hombre alto y apuesto le ofrecía un ramo de rosas amarillas, pero la expresión de Lucía distaba mucho de ser amable.—Ser guapa tiene sus ventajas —comentó Yulia con desdén—. Apenas empiezan las clases y ya tiene pretendientes.—Oye Ariana, tú también eres guapa, ¿cómo es que nadie te trae flores?Ariana sonrió levemente, sin caer en la provocación: —No hay punto de comparación.—¡Bah! No finjas indiferencia, ¡seguro que te mueres de envidia!Ariana mantuvo su sonrisa.—Tanta pose termina siendo hipocresía —soltó Yulia antes de marcharse a grandes zancadas.Ariana permaneció inmóvil, mientras su sonrisa se desvanecía poco a poco.No muy lejos de allí, había dos hombres conversando:—¿Has entendido todo lo que te he explicado? —preguntó Mauricio.Gregorio se rascó la cabeza y, al mirar al frente, exclamó sorprendido al notar la escena.Mauricio siguió su mirada y, al ver la entrega de flores, frunció el ceño: —Si quieres llegar lejos en el mundo académico, no dejes que cosas sin impo