Ling Yiran continuó diciendo: "¿Cómo se sentiría tu hermano mayor si supiera que la mujer a la que protegió con su vida está arrodillada frente a su tumba así, pero ni siquiera puede ofrecerle incienso?".

La expresión de Gong Beicheng se volvió horrible.

Momentos después, miró fríamente a Xia Xi. "¡Si quieres quemar incienso por mi hermano mayor, inclínate cien veces frente a su tumba! ¡Quiero verte hacerlo!".

Todos a su alrededor se sorprendieron tan pronto él dijo eso.

Ling Yiran frunció un poco el ceño, pero Xia Xi finalmente sonrió como si hubiera vuelto a tener esperanza nuevamente. "Está bien, me inclinaré".

Cuando terminó de hablar, ella se inclinó frente a la lápida con fuertes golpes.

El sonido de sus acciones era claro en el silencioso cementerio.

Ling Yiran estaba preocupada. Xia Xi ya había sufrido mucho en el hospital psiquiátrico. Ya estaba débil y tenía muchas heridas, tanto viejas como nuevas, en su cuerpo. Si se inclinara cien veces, probablemente no sería bueno