"Lo mismo que ella", le dijo Ye Wenming a la dueña, quien también era la cajera.

"Está bien", respondió la dueña.

Los dos se acercaron a una pequeña mesa de comedor. Zhuo Qianyun miró la mano de Ye Wenming y dijo: "Cuida tu mano estos días. No permitas que tu pequeña herida se convierta en una grande como dijo el doctor".

"Lo haré", respondió como un niño obediente.

Pronto llegaron dos tazones de fideos con chuletas de cerdo. Zhuo Qianyun bajó la cabeza para comer mientras Ye Wenming miraba a la mujer frente a él. Recordó la época en que comían fideos juntos. Ella le había sonreído mientras le decía: "Wenming, ¿por qué no aprendo a hacer fideos? De esa manera, puedo hacerte un tazón de fideos de longevidad en tu cumpleaños. Podrás vivir hasta la vejez en paz".

"¿Eso crees?", preguntó él con una risa.

"¡Prefiero creerlo!", ella dijo.

"No tienes que esforzarte para hacer eso. Solo compra algunos fideos de longevidad en el supermercado y cocínalos".

"Pero los fideos caseros son má