Tang Rushan y el resto del Grupo Tang también estaban sentados en sus sillas con rostros pálidos. La reunión ahora era una lucha para ellos.

Bai Tingxin había obtenido una victoria completa en esta batalla.

Después de la reunión, en la oficina del presidente del Grupo Bai Feng, Bai Tingxin miró a su madre y dijo con una cara seria: "Haré los arreglos para que un avión te lleve al extranjero mañana. Te quedarás en el extranjero unos años antes de regresar".

Qi Yueyun se burló. "No iré al extranjero. ¿Qué pasa? ¿Vas a encerrarme de nuevo? ¿Vas a encerrar a tu propia madre? Encerrar a la gente es ilegal, sabes. ¿No tienes miedo de que te demande? Si haces eso, será otro escándalo”.

Bai Tingxin dijo con indiferencia: "No planeo encerrarte. Solo puedo decirte que todas las acciones que tienes en tus manos se desperdiciarán si te niegas a ir al extranjero. En cuanto a tus propiedades, tal vez estén bajo tu nombre, pero tú no fuiste quien pagó por ellos. Tengo una manera de recuperarlos.