Gerard Punto de VistaDurante muchos años, viví mi vida en calma. Sin grandes tormentas. Solo una navegación tranquila.Pero en el transcurso de las últimas semanas, mis emociones habían estado en una montaña rusa. La mayoría de las caídas habían sido aterradoras. Escuchar que mi padre había tenido un accidente me hizo retroceder inmediatamente a cuando era un niño y me enteré de la muerte de mi madre.Como siempre que quería escapar, buscaba consuelo en el placer del sexo con Silvia. Pero, entonces, ella empezó a tocarme de formas que yo deseaba desesperadamente y que, al mismo tiempo, me aterrorizaban. Era demasiado peligroso dejarme calmar por ella emocionalmente.Cuando se fue esa noche, estuve a punto de pedirle que se quedara, pero afortunadamente tuve la fuerza de dejarla ir. Por un momento me planteé terminar nuestra relación de amigos con derecho a roce porque no me gustaba el poco poder que tenía cuando estaba cerca de ella. Pero la necesidad de verla no tardó en superar el
Silvia Punto de VistaLo único que tenía el sexo con Gerard era que nunca había ambigüedad entre nosotros. Cada uno sabía lo que el otro quería, y cómo se sentía, al menos físicamente. Las demás veces que estuvimos juntos, me había sentido insegura sobre lo que Gerard pensaba o sentía. Para ser honesta, yo tampoco estaba siempre segura de lo que pensaba o sentía. Bueno, eso no era exactamente cierto. Sí sabía lo que estaba pensando y sintiendo, solo sabía que no debía pensarlo o sentirlo.Por ejemplo, ¿qué significaba que Gerard me hubiese traído a su casa esta noche? Muchas veces sentía como si tratara de huir de sí mismo y de mí, y otras veces era como si se acercara a mí más todavía. A veces, parecía que ocurría de forma simultánea. Me preguntaba si eso significaba que sentía algo por mí, pero luego me recordaba a mí misma que no importaba porque iba a mantenerse firme en su promesa de no enamorarse nunca.Al final, cualquiera que fuese el tormento que lo carcomía, lo hizo a un lad
Gerard Punto de VistaSilvia aún no había terminado de salir por la puerta y ya estaba reprendiéndome por ser tan insensible. Tenía razón, no había pensado en el impacto que este chisme tendría en ella y en su carrera. Ella también había pensado en ella y sus consecuencias, aunque, claro, ella tenía más que perder que yo. Este artículo, simplemente, me hacía parecer un cliché de playboy que se limitaba a complacer a su última conquista. Para ella, esto podría detener su carrera antes, incluso, de que tuviera la oportunidad de empezar.Lleno de rabia por los dos, cogí mi teléfono y empecé a llamar a cualquiera y a todos los que conocía que pudieran poner fin a esta noticia salaz. Por desgracia para los dos, me dijeron que no había casi nada que pudieran hacer. Y, de hecho, intentar que desapareciera podría empeorar la situación, ya que atraería más atención hacia ella. El consejo que recibí fue que lo ignorase.—Oh.Pero aún no había llegado lo peor, pues empezaron a llamar distintos m
Silvia Punto de Vista Cuando llegué a casa, pasé el resto del día pintando. No era el tipo de arte que acabaría en una galería, era más bien pintura de frustración. Pintura terapéutica. Se notaba por la forma que el trazo del pincel tenía sobre el lienzo; los colores se mezclaban, a veces con dureza, otras con suavidad. Eran colores vibrantes y furiosos que se fusionaban. Al final del día, saqué el cuadro que había empezado de Gerard.A partir del boceto, empecé a pintarlo. Todavía estaba lejos de estar terminado, pero poco a poco la imagen de él se iba revelando en el lienzo. Quería molestarme con él por cómo había respondido a las habladurías sobre nosotros, pero ahora, con unas horas de distancia y en frío, podía ver que mi reacción no había sido muy distinta a la suya. Nada más ver la noticia los dos pensamos únicamente en nosotros mismos. Supongo que esa era la razón por la que él y yo nunca funcionaríamos como pareja. Los dos éramos demasiado egoístas.Más tarde esa misma noche
Gerard Punto de VistaMe alegré de que mi hermano Ronny nos convocara a todos en casa de mi padre para una reunión familiar. Me costaba resistirme a Silvia, aunque sabía que era lo mejor. No solo para mantenernos fuera de los titulares, sino también porque no podía confiar en mí mismo cerca de ella.Había algo reconfortante en volver a la casa en la que había crecido con mi padre. En muchos sentidos, era un cascarón de hombre desde que murió mi madre, y al mismo tiempo se había dedicado a asegurar que sus hijos tuvieran amor y apoyo, dándonos una infancia tan maravillosa como pudo sin tener a nuestra madre al lado.La casa estaba cerca de la playa porque a él le encantaba el surf, y yo esperaba que se recuperara y volviera a estar en el mar pronto.Estábamos en la terraza trasera donde mi padre estaba sentado rodeado de mis hermanos Noé y Ronny. Carter estaba fuera, en una especie de convención de finanzas. No sentamos alrededor de la mesa mientras tomábamos las bebidas frías, disfrut
Silvia Punto de VistaCada vez que me sentía triste por el hecho de que Gerard y yo ya no nos viéramos, me reprendía por ello. Se suponía que era una relación sin compromiso y, por muy engreído y difícil que fuera Gerard, había acabado enamorándome de él.Me dije a mí misma que debía estar agradecida de que tuviera la fuerza de alejarse, aunque eso aumentase mi tristeza por el hecho de que pudiera hacerlo. Aunque una parte de mi corazón se había unido al suyo, pues estaba claro que él no sentía lo mismo por mí que yo por él.Así que me sorprendí cuando recibí el mensaje de Gerard esa tarde, dándome el nombre del hotel y el número de la habitación. ¿Era esta la reunión oficial en la que me decía que ya no podíamos vernos más? ¿O había cambiado de opinión y quería continuar? Sabía lo que quería que fuera la respuesta, pero también sabía que, por el bien de ambos, probablemente debería ponerle fin.Había una parte perversa de mí que quería vestirse con un traje sexy para que él se sintie
Gerard Punto de VistaSilvia, cubierta de postre, era el puto cielo. Había conocido mujeres que podían ser aventureras en la cama, pero había algo en la efervescencia y la naturaleza aventurera de Silvia que lo hacía aún más excitante. Esta noche, también estuvimos pegajosos.—Vamos. —Me puse de pie y la ayudé a levantarse.—¿A dónde vamos?—A la ducha. —La tomé de la mano y la llevé al baño.—Oh, mira la bañera —dijo mientras abría la ducha.—La próxima vez. —Comprobé el agua y, pensando que estaba lo suficientemente caliente, la levanté y la llevé a la cabina.—A veces eres un neandertal, ¿lo sabías? —dijo sonriéndome.—¿Los neandertales tenían entrepiernas grandes?Su mano envolvió mi entrepierna, haciendo que pasara de dura a acero en un nanosegundo. —Sí que la tienen.La dejé en el suelo y la giré para que estuviera de espaldas a mí. Saqué jabón del dispensador y comencé a pasar mis manos enjabonadas por su cuerpo. Ella suspiró y frotó su culo contra mi entrepierna. Le sujeté la
Silvia Punto de VistaEstaba sorprendida pero feliz por el cambio de opinión de Gerard. No solo quería seguir viéndome, sino que parecía querer ver hasta dónde llegaban las cosas, más allá de una relación sexual. No es que estuviéramos destinados a ser felices para siempre, porque sabía que esa parte no había cambiado para él, y por supuesto yo tenía mis propias metas que quería alcanzar.Antes, cuando quedábamos, estábamos en la cama o donde fuera teniendo sexo a los pocos minutos de llegar, pero ahora cenábamos o hablábamos e, incluso, después del sexo, hablábamos un poco más. En ocasiones, incluso, pasábamos la noche. Despertar en los brazos de Gerard era lo más maravilloso del mundo.Aunque había hablado de la posibilidad de que saliéramos en público y actuáramos como una pareja formal, al final ambos estuvimos de acuerdo en que quizá no era una buena idea, sobre todo después de los chismes que habían salido sobre nosotros. Yo seguía sin querer que me vieran como una mujer que sal