Silvia Punto de VistaNo me cabía la menor duda de que estaba sentada en este restaurante de lujo tratando de no sentirme completamente fuera de lugar mientras Gerard estaba haciendo alarde de su poder, su riqueza y su influencia sobre mí, y eso me molestaba muchísimo. Odiaba aún más cómo era capaz de darle la vuelta a la tortilla y hacerme quedar como una imbécil. Hubiera preferido reunirme en su oficina o en una cafetería en lugar de tener que disfrazarme y parecer que pertenecía a la élite de San Diego. Ahora mismo, yo era esa clavija redonda dentro de una caja cuadrada que siempre intentaba evitar. Estaba segura de que todo el mundo podía darse cuenta de que no pertenecía a este lugar. Al menos, estábamos en un comedor privado. No tenía ni idea de que existieran cosas así, lo que demostraba que no pertenecía al mundo de Gerard Hush.Estaba claro para ambos que no nos llevábamos nada bien. Al mismo tiempo, mis hormonas no podían evitar calentarse y excitarse al verlo. La habitación
Gerard Punto de VistaNo estaba seguro si Silvia había hablado en serio o no cuando dijo que se presentaría en el trabajo a mediodía. Era el tipo de persona de espíritu libre que podría hacer algo así. Pero se presentó a las ocho, como todo el mundo.La saludé y le dije que le enseñaría el lugar. Me miró con una expresión que parecía preguntar si era una buena idea. No estaba seguro de que lo fuera, teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo no podíamos decirnos ni una palabra civilizada. Anoche, después de forjar nuestro acuerdo, había sido la excepción. Pero, incluso, entonces, la relación entre nosotros no era normal, y mucho menos amistosa.La llevé a la sección del edificio que había albergado a la mayor parte del equipo de marketing y le presenté a los que trabajaban en ella. Tenía cierta curiosidad por saber cómo aceptarían a Silvia como su nueva jefa. Físicamente no parecía ser alguien que acostumbrase a trabajar en una empresa corporativa, lo que me hacía preguntarme q
Silvia Punto de VistaPasé el primer día de mi nuevo trabajo conociendo a las personas con las que iba a trabajar más estrechamente. Lo que descubrí fue a un grupo de artistas y escritores que eran bastante agradables, y algunos de ellos eran extremadamente talentosos y creativos, pero en su mayor parte parecían vivir dentro de las líneas. Siendo una persona a la que le gusta colorear fuera de esas líneas, me decepcionó un poco que tanta gente solo quisiera mantener el statu quo, aunque al mismo tiempo no me sorprendió. Eran exactamente el tipo de personas que imaginé que Gerard contrataría para crear el tipo de trabajo que parecía creer que vendería sus sandalias.También me dediqué a revisar algunas de sus campañas publicitarias más antiguas. La verdad es que algunas de ellas eran bastante buenas. El problema con esta nueva campaña era que no creía que le fuera a ir muy bien en Europa. De acuerdo, yo no era una maga del marketing como parecía serlo Gerard, pero, aun así, Europa era
Gerard Punto de VistaNo era ajeno al sexo, pero, carajo, la entrepierna de Silvia se agarró a mi órgano como si nunca lo fuera a soltar. Las estrellas parecían estallar detrás de mis ojos. Mis caderas se movían de un lado a otro mientras conducía duro y rápido como un puto tren de mercancías hacia el olvido. No quería que terminara y, sin embargo, en cualquier momento mis pulmones iban a estallar y mis muslos iban a ceder.—Oh, Dios... —gimió, su entrepierna volvió a apretar mi órgano, y eso fue todo. Me sumergí con fuerza, empujando el escritorio mientras me corría. Seguí corriéndome, más y más con cada empuje, hasta que mi cuerpo se relajó por completo.Mis pulmones ardían mientras trataba de coger aire, después de que el intenso orgasmo casi me hiciera caer de rodillas. —Santo cielo.Finalmente, pude recuperar la visión y el enfoque, así que miré a Silvia, de espaldas sobre su escritorio. Se llevó las dos manos a los ojos. —Oh, Dios mío, no puedo creer que haya hecho esto.Yo ta
Silvia Punto de VistaNo estoy segura de qué me sorprendió más; Que acabara de tener sexo con mi jefe sobre mi escritorio o de que hubiera tenido sexo con Gerard. Sabía exactamente lo que me había impactado más: que acababa de tener sexo con Gerard. Definitivamente, podía ser de esas mujeres que tienen sexo esporádico sobre el escritorio de una oficina, pero no con Gerard. Nunca con Gerard. Y, sin embargo, lo había hecho.No solo había tenido sexo con él, sino que había partido de forma activa igual o más que él. Y, aunque ahora podía ver lo malo y peligroso que había sido, en ese momento había sido maravilloso. Tanto que, por un momento, consideré aceptar su indecente propuesta. Si bien podía actuar de forma impulsiva a veces, generalmente no era imprudente. Pasar tiempo con Gerard tenía signos de peligro por todas partes. Era una imprudencia a la enésima potencia.Me puse de pie con las piernas temblorosas y ordené mi escritorio, recogiendo los bocetos que Gerard había esparcido por
Gerard Punto de VistaEstaba escondido en la parte trasera de L´Incontro enfurruñado. Una vez más, bajé con la esperanza de encontrar a una mujer que me ayudara a alejar mi mente de Silvia, pero como la noche anterior, no estaba teniendo suerte. Maldita sea.Tras cederle mi lugar en el reservado a otro pequeño grupo, me dirigí de nuevo a donde el equipo de seguridad vigilaba todos los aspectos del restaurante y del club por dentro y por fuera. Uno de mis hombres, Chuck, se fue para tomarse un rápido descanso para fumar y le aseguré de que ofrecería apoyo al otro hombre, George. Entre los dos que vigilaban la seguridad desde aquí y los cuatro porteros que tenía repartidos por el club y el restaurante, rara vez teníamos problemas en L´Incontro.—Parece que Jason Tellard ha vuelto esta noche —dijo George, con los ojos puestos en el joven playboy de la pantalla.—¿Está en libertad condicional? —pregunté. Jason era uno de esos jóvenes cuyos padres eran ricos y nunca le obligaron a ganarse
Silvia Punto de Vista«Mala idea. Mala idea. Mala idea», corría como un cántico por mi cabeza. Pero no lo detuve. No pude detenerlo. Era tan condenadamente frustrante que me sentía impotente ante ese brillo depredador en sus ojos que me prometía un placer increíble más allá de mi imaginación. Y cuando se arrodilló y separó los labios de mi entrepierna con sus dedos, supe que, aunque podría arrepentirme más tarde, no me arrepentía en esos momentos.Su boca podía ser exasperante cuando hablaba, pero santo cielo, cuando lamía y chupaba mi clítoris era increíble. Al principio, parecía que se burlaba de mí, que jugaba con mi clítoris, y por muy magnífico que se sintiera, estaba demasiado excitada para que jugara al gato y al ratón.—Oh!... haz que me corra, Gerard.Agradecida que me escuchó. Vaya si me escuchó. En un instante, su lengua se introdujo en las sensibles paredes de mi entrepierna y luego tocó mi clítoris. Los fuegos artificiales estallaron en mi cerebro mientras el placer inun
Gerard Punto de VistaMe sentí muy extraño al dejar a Silvia en su carro anoche. ¿A cuántas mujeres me había tirado y luego las había acompañado a su carro, me había despedido y no había vuelto a pensar en ellas? Pero mientras ayudaba a Silvia a entrar en él, tuve el extraño deseo de pedirle que se quedara a tomar otra copa conmigo ahora que estábamos en un lugar donde cada palabra que salía de su boca no era algo sarcástico. Me interesaba sentarme y hablar con ella. No entendía lo que eso significaba, pero sí sabía que me daba mucho miedo. Así que, en lugar de pedirle que se quedara, que tomara una copa o que se fuera a casa conmigo, la ayudé a subir a su carro y vi cómo se marchaba.Al día siguiente había una reunión con el equipo de marketing en la que revisarían conmigo todo lo que se les ocurriera, así como nuestros datos sobre el marketing que estábamos llevando a cabo. Era la primera reunión a la que asistiría Silvia y, cuando entró, tuve el deseo de hacerla sentir cómoda, aunq