Con los ojos llenos de una intensidad feroz, algo dentro de ella pareció calmarse por un instante. Parpadeó cuando donde estaba King vio aparecer a Harvey, su cuerpo se tensionó, como si estuviera lista para atacar. Pero en su lugar, soltó una risa amarga.—¡Vaya sorpresa! ¿De verdad creen que me importa quién de los dos esté a mi lado? Me da igual quién de los dos esté, porque son lo mismo, y no quiero estar con ninguno de los dos —sus palabras estaban llenas de veneno—. No quiero nada de ti. ¡Nada! Ya dejaste claro que no me querías en tu vida… que me rechazaste, que preferiste a Rania antes que a mí.King se quedó en silencio durante un momento, su expresión sombría.—Mi amor entiendo tu molestia, pero te juro que Rania no significa nada para mí—dijo lentamente.—, tú eres la mujer que amo, con quien quiero pasar el resto de mi vida… yo estaba dolido, pensé que me habías mentido… que solo querías burlarte de mí, pero cuando vi cómo te lanzaste por allí sentí cómo mi mundo se desmoro
Harvey frotó su barbilla, mirando los documentos esparcidos sobre el escritorio de caoba. El despacho de Jayden destilaba poder, con sus altos estantes llenos de libros antiguos y el aroma a madera y cuero. Pero toda esa fuerza parecía insuficiente para resolver el dilema que atormentaba a Harvey. —Simplemente, no sé cómo hacerlo —murmuró, la frustración tiñendo su voz de desesperanza. —¿Cómo qué, amigo? —preguntó Ian, levantando la vista de los papeles que revisaba. —Para ganar el corazón de tu hermana, —suspiró Harvey, su postura rígida, delatando la intensidad de sus sentimientos. En ese momento entró su padre y Jayden. —Es muy sencillo —interrumpió Brad, apoyando casualmente un brazo en el respaldo de un sillón de cuero. —Organicemos una fiesta en el palacio. —¿Una fiesta? —repitió Harvey, escéptico. —Sí —afirmó Brad con convicción—. Es más, creo que podría ser una ceremonia de unión. Invitamos a todos los alfas de las manadas con sus lunas e hijo, será grandioso. —¿Crees q
Días después.Roxana, sentada en un taburete, recibía los últimos toques del maquillaje, acompañada de Nubia, quien se había convertido de cierta manera en la persona más cercana a ella, Yara y Estrella. La joven inquieta y ansiosa esperaba que pronto terminaran con su maquillaje.—¿Cuánto falta? —preguntó fastidiada, no estaba acostumbrada a durar tanto tiempo sentada y menos mientras era atendida en su aspecto personal.—Espera, no seas ansiosa, además, debes acostumbrarte, porque ahora tu vida será así, lucir hermosos vestidos, maquillaje, ser atendida —expresó Yara con paciencia.—Lo sé, pero es difícil acostumbrarse a esto, siento que es como un sueño y a veces me da temor despertar —dijo con tristeza.—Yo siento mucho por lo que pasaste, y sé que de nosotros somos culpables de eso, pero ahora nunca más estarás sola —respondió Estrella.En ese momento, Nubia terminó.—Lista —preguntó Nubia, su voz apenas un susurro.—¿Me puedo ver? —respondió Roxana, el corazón golpeándole en el
—Ella se hizo inmanejable —dijo la madre de Rania—, solo la estábamos disciplinando.—¿De esa manera disciplinabas a tu hija? —preguntó Yara molesta y la mujer se quedó en silencio bajando la cabeza.Rania intentó defender a su familia.—¡No sabíamos que ella era importante para ustedes! —clamó Rania, su voz temblorosa resonando en la sala del trono. Sus ojos imploraron comprensión, pero el silencio de la corte era como una losa sobre su defensa.—¡Basta! —Nubia se adelantó, su postura rígida y su mirada lanzando dardos. —El problema no es que ella fuera importante o no, sino la crueldad a la que la expusieron, la encerraron, la sometieron a tratos que nadie merece.Raúl, con una sonrisa burlona, intentó intervenir. —La decisión de Harvey, no es vinculante, él no tiene potestad para sancionar a un alfa y a su familia —dijo con desdén—. Solo es el príncipe, no tiene el poder, eso solo es un privilegio del Rey.Justo en ese momento Brad, se acercó más a ellos y de manera firme y autor
Roxana dio un paso adelante, con una mezcla de incredulidad y desafío en los ojos, no podía creer que Harvey estuviera dispuesto a renunciar a todo por ella, eso le provocaba una mezcla de sentimientos en su interior.—No puedes hacer esto, Harvey —dijo, con la voz cargada de urgencia—. No puedes renunciar a tu herencia por mí.La sonrisa de Harvey era amable, pero inquebrantable. —Bueno, si no compartes esta responsabilidad conmigo, y si nuestro pueblo no te acepta —hizo una pausa, con la mirada fija en la de ella, —entonces no tengo ningún deseo de liderarlos.El lugar se sumió en un silencio pesado y tenso, que pronto fue roto por murmullos crecientes en señal de apoyo.—¡Viva el príncipe Harvey y su compañera Roxana! —resonó una voz entre la multitud.—¡Viva! — replicaron otros, y la frase se extendió como un reguero de pólvora.Sobresaltados, Roxana y Harvey intercambiaron miradas mientras el eco de su futuro resonaba en sus oídos.—Así que, señorita Roxana —empezó Harvey, con v
Harvey cogió la mano de Roxana mientras paseaban por las calles empedradas, su risa se mezcló con el suave parloteo de la ciudad que les rodeaba.Su misión había sido desentrañar el mundo ante sus ojos curiosos, desenvolver cada rincón del globo como un precioso regalo que por fin podía recibir. Hasta ahora, las ciudades históricas, con sus grandes bulevares y sus impresionantes plazas, que hasta ese momento no habían sido más que producto de su imaginación, extraídas de libros que había leído escondida en la biblioteca de la manada donde se crió, o de cuentos de segunda mano que compraba cuando lograba escapar, cuidando de no ser descubierta.Pero ahora, cada día desplegaba nuevas maravillas para Roxana: el sol que proyectaba tonos dorados sobre los tejados antiguos, el aroma de las especias exóticas que bailaban en el aire, la sinfonía de lenguas extranjeras que zumbaban con las intrincadas melodías de la vida, el ir y venir de la gente, todo era un mundo lleno de maravillas para el
Las páginas del libro se sucedían con rapidez bajo la luz de la lámpara. El reloj marcaba más de la medianoche y allí estaba ella, sumergida en la maraña de teorías, decidida a conquistar cada pregunta que la prueba le lanzaría. Brad, su suegro, había movido cielo y tierra para darle esta oportunidad, haciendo que presentara la prueba de conocimiento para optar al título de bachiller, la cual aprobó y por eso estaba allí, tres semanas después, preparándose para presentar la prueba de admisión a la facultad de medicina, y no pensaba desaprovechar esa oportunidad, aunque sus ojos pedían clemencia al sueño.—Amor, ya es tarde —murmuró Harvey, su presencia como un faro en la penumbra del estudio. —Deberías descansar, además los bebés quieren dormir.—Ellos entienden que ese es el sueño de su madre y me apoyan, te prometo que será solo un capítulo más —insistió ella, casi automáticamente, sin levantar la vista del texto.—Siempre dices eso —respondió Harvey con una sonrisa tenue, conoced
—¿Estás segura, Roxana? —preguntó Harvey, sus ojos mostraban una mezcla de preocupación y sorpresa—, no lo creo, tú estabas bien preparada, tal vez te equivocaste, es imposible que hayas reprobado. —Sé que es una decepción para ustedes, porque esperaban lo mejor, pero… —comenzó a decir con la tristeza reflejada en su semblante, y la palidez producto de la decepción, pero fue interrumpida por su padre.—Debe haber un error, además, no puedes rendirte tan fácilmente —dijo Jayden en voz baja.Pero antes de que pudiera soltar una lágrima, Brad intervino con su habitual tono calmado.—Espera un minuto. ¿Estás segura de que buscaste bien?Roxana asintió, ya al borde de las lágrimas.Ilan caminó hacia donde estaba publicado el listado y se echó a reír, mientras todo lo miraba sin entender, hasta que él señaló en la cartelera. —Parece que alguien necesita usar lentes —dijo en tono juguetón.Roxana frunció el ceño y miró donde el dedo de Ilan apuntaba. Y allí estaba. Su nombre, escrito corre