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Interés / интерес

" Forja el hierro, mientras está caliente" - Probervio Ruso.

Cuando llego a casa, Ixander no está y padre me lanza una mirada furiosa en cuanto pongo un pie dentro de su oficina, la estancia es enorme y ostentosa, con cabezas disecadas de animales adornando todo el lugar, una alfombra de oso polar y muebles de acoba que yo sabía estaban llenos armas y de billetes, documentos falsos y  vinos.

— ¿Tienes idea de lo que hiciste?— pregunta, tomando un periodico junto a él y arrojandomelo a los pies. No me molesto en recogerlo, el titular cae en mi dirección y el titulo, el grandes letras negras es bastante evidente "Bratva asesina a agente del FBI"

— No lució como accidente, pero el trabajo está hecho — me quejo, fingiendo indiferencia. Aun no había leído los papeles que Keneth me había entregado. Pero no lo necesitaba, una simple fotografía que había caído del sobre había sido suficiente.

— Tienes suerte de que fuera personal — gruñe — no te haces un nombre en este mundo con errores.

— No quiero un nombre — le recuerdo, pero él se pone de pie, lentamente, tenso e indescifrable, mientras sirve dos vasos de Wiskey, sé que está pensando, planteandose las posobilidades e la conversación,  los caminos que yo podría escoger para persuadir o atacar, lo sé porque él me lo enseñó,  y me pregunto, si eso era algo bueno, sé como actuará por mis lecciones, pero nunca había tanteado la posibilidad de que él me había entrenado personalmente,  si alguien me conocía,  era él.

Y fue cuando realmente me di cuenta fe ello que tuve algo de miedo, y rencor.

— ¿Que es lo que quieres, entonces?— pregunta, finalmente dandose la vuelta, me tiende un vaso y lo acepto con recelo, si me ofrecía un trato, significa que algo lo había hecho desconfiar y que tal vez lo que tengo entre manos sea más gordo de lo que pensaba.

— ¿Tengo qué?— pregunto mientras miro el hielo brillar a causa de la luz del sol que entra por la ventana, mi respiración se acentuó,  preparandome para la pelea, aunque en esta ocasión,  ninguno derramará sangre.

— Todos lo hacen — asegura, fingiendo indiferencia — cuando eras niña querías un perro, luego una patineta, finalmente dejaste de pedir...— me dedica una sonrisa condesendiente. Lo que me dan ganas de enterrarle el vaso en el ojo, pero me limito a mirarlo.

—dejé de querer cosas — miento, en este instante, quiero respuestas, porque la situación se ha puesto tensa de repente, y no me agrada.

— Has estado mirando escuelas en América — empieza — ¿Quieres estudiar?

— De algo tendré  que vivir — le recuerdo, haciendolo reír

— Touché, pero ya dejemonos de juegos...eres lista, no te crié para see credula....Quieres saber quien es Lara

Asiento, tomado un trago del licor, tanto para esconder mi nerviosismo como para prepararme.

— Estoy más interesada en madre...¿La mataste o simplemente escapó?—  el unico indicio se emocion por su parte es un tic en su ojo, que solo aparecía si estaba cabreado.

— Escapó,  creeme, tus habilidades no fue unicamente el entrenamiento,  soliamos ser soldados — me recuerda, liciendo satisfecho consigo mismo —  tu y tu hermano estan hechos para matar.

— ¿Y Lara?— pregunto finalmente, lanzando un anzuelo que esperaba atrapara, el se pregunta que tanto sé realmente y yo me pregunto que tanta información está dispuesto a ofrecer.

— Eso no es tu asunto, no me tientes niña— se pone de pie,  mirandome con detenimiento, analizando cada movimiento.

— Lo es, y lo sabes muy bien — presiono, haciendolo maldecir, me pongo de pie, apoyando mis manos en la mesa, y enfrentandolo — ¿Crees que no sé de tus negocios con Björn?

— ¿Como sabes ese nombre?— pregunta con voz fría, se levanta,  apoyandose de la misma forma que yo, la diferencia de altura era evidente, y los años de experiencia, acompañados por la mirada fría y letal, le hacian ganarme a leguas, pero aunque me provoca estremecerme y encogerme, me le planto, desafiante.

— Haces que mate para ti, que elimine cabos sueltos de tus asuntitos, eso me involucra, así que tengo que saber — eso, era una mentira flagrante, pero mi instinto me decía que debía seguir escarbando en la pila de m****a que cubría a padre.

— ¿Acaso te crees tan ruda como para enfrentarme?— pregunta, mofandose, pero puedo ver su interés ante mi desafío, así que me mantengo

— Soy igual a ti, ya deberias saberlo — replico, y el me dedica una cruel sonrisa, que de alguna manera consigue parecer divertida.

— Tal vez te he desestimado un poco — admite, tanteando una idea en su mente, casi como si la saboreara — Bueno,  te diré lo que quieras — se sienta, y evidentemente no será tan facil como el pretendía hacerlo  parecer

— ¿Qué quiere a cambio?— pregunto  sintiendo que me arrepentiré pronto.

— Que aceptes ser mi sucesora — esta vez no puedo contener mi asombro, pues ni en el más loco de los sueños esto podría ser posible.

— creí que Ixander tenía el derecho, él le ganó a Trennent — digo patidifusa, la Bratva tenía tradiciones y reglas complejas y profundas que padre se había asegurado de reforzar durante años,  una de ellas era el manejo familiar del poder, casi como una jodida jerarquía,  a nuestros ojos, el era el zar, y ese derecho o bien era concedido por nacimiento y en orden...o se arrebataba con sangre, podías ascender de dos formas, y es como lo habiamos hecho todos mis hermanos y yo. Asesinando a la persona a quien quieres arrebatarle el puesto. A padre intentaban matarle cada tanto, pero a los hombres parecía gustarle lo que habian empezado a considerar boxing de patio.

— Así es — dice sonriendo con malicia — si realmente quieres saber...tienes que ascender, y conoces la forma — cierro los ojos, alejando la subita sensación de mareo que me abrumó ¿Matar a Ixander? Tenía que estar bromeando.

— Si tu idea es pretender que me subestimas, al insinuar que no soy capaz de matarlo...estás equivocado — miento — te quedarás sin tu precioso sucesor — le recuerdo, sintiendo nauseas ante la  idea.

— Ixander me ha fallado, tengo la esperanza de que tu no — dice con tranquilidad mientras se sienta, sus ojos mirando directo hasta mi alma.

— ¿Tan malo es lo que me dirás?– pregunto mofandome, el gran Aleksey Petrov quiere amarrar a su hija a la bratva por un secreto o dos, pienso, pero no lo digo en voz alta.

— No realmente,  pero creo que me matarás en cuanto lo sepas — sonríe con picardía — y tengo fé en ti, pollita, lo lograrás.

El apelativo cariñoso hace que se me ponga la piel de gallina, y casi como si el destino así lo quisiera, alguien toca a la puerta y padre le deja pasar, es Ixander, luciendo cabreado.

— ¿Quien m****a autorizó que vendieran a Ladiva?— pregunta mirando furioso a papá, quien levanta una ceja, pareciendo entre aburrido y confundido.

— ¿Tu noviecita con sindrome de Estocolmo?— pregunto, no soy muy fan de la muchachita sueca de la que mi hermano parecia haberse prendado en una toma de rehenes hace unos meses.

— No te metas — gruñe en mi dirección, y procede a centrar su atención en padre — di ordenes claras, Ladiva no se toca.

— ¿Por qué esto es asunto mio?— pregunta papá luciendo irritado — te dije que no me involucraras con ese asunto, siempre que no la embaraces.

— Claro que es asunto tuyo, las ventas son tu asunto — grita Ixander, poniendose frente a padre y luciendo violento — Quiero a mi mujer de vuelta.

—  entonce ve a buscarla — responde padre, sin inmutarse — tienes a tus hombres, si tanto vale, pues ve por ella.

Ixander maldice, golpeando la mesa y haciendo car un par de figurillas, papá las mira con detenimiento, posando su mano en su barbilla antes de mirar de nuevo a mi hermano.

— La tiene un Yakuza — dice finalmente,  luciendo derrotado, papá se ríe con ganas, pero yo me mantengo en silencio, examinando la escena — y estamos vendiedoles armas, sabes que no puedo meterme.

— Entonces es una pena  — dice entonces padre — pero tu berrinche está fuera de lugar...no piensas romper esos lazos...no..tu solo quieres que corra sangre porque te quitaron a tu juguete favorito — resuella, haciendo que Ixander enrojezca de ira.

— Entonces no te molestará si te quito el tuyo.

Papá no ve el movimiento,  pero yo sí, y actuo más por instinto que por deseo. Ixander saca el arma en segundos, pero yo soy más rápida, es mi punto fuerte, y tengo un punto a mi favor, Ixander estaba de espaldas, yo de frente, así que cuando él tiró del gatillo en mi dirección,  mi navaja ya estaba clavada en su pecho.

Soy más rápida que Ixander, pero no que una bala, y mientras mi hermano deja caer el arma y mira con ojos desorbitados su pecho, la quemazón del metal caliente me recorre mientras caigo con fuerza contra uno de los sillones de cuero, me ha dado en el brazo, probablemente porque apuntaba a mi pecho, y lo desetabilicé al arrojarle  la navaja.

Maldigo de dolor mientras lagrimas que no puedo evitar se derraman por mis ojos, son lagrimas de dolor y de traición.  Una parte de mi se siente entumecida mientras que la otra intenta concentrarse en respirar, es una bala en el brazo, sobreviviré.

Pero Ixander no.

Y a juzgar por la mirada sorprendida de padre mientras mi hermano se desangra apoyado en el escritorio. Él está tan sorprendido como yo.

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