L. Alejandra
En ocasiones la vida es tan caprichosa que a pesar de que tengas planeadas muchas cosas, pues el destino se empeña o mejor dicho se encarga de demostrarte que sus planes son otros. No digo que mi vida fue perfecta para nada, pero si fue cómoda, tengo unos padres maravillosos que me aman, unos hermanos que me quieren.
A la edad de 15 años tuve mi primera ilusión ni correspondida, pues él era 3 años mayor, estudiante de mi padre, ya que él es un famoso. Trate de olvidarlo, me puse rebelde, me sentía suficientemente mayor a esa edad, pensaba que podría hacer muchas cosas y que mis padres exageraban en lo que me decían.
No sabía que tan solo me querían proteger, tan solo no me daba cuenta, mi rebeldía era por gusto, la verdad nunca me faltó nada económico ni mucho menos amor de familia, creo que hay que pasar por malos momentos para entender lo que estamos perdiendo o lo que no valoramos.
Me mudé muy joven antes de cumplir 16 años allí conocí a Bruno, un encantador joven que me robó el corazón, tenía todo o eso se aparentaban. Al pasar del tiempo las cosas fueron cambiando, le escondía un gran secreto.
Nuestra familia era muy unida lo único que faltaba era un casamiento, un contrato de unir a estas dos empresas, la de mi abuelo de construcción y la clínica. Sentía tanto peso, tan solo quería ser una noche libre, en una salida me encontré con aquel chico de mi pasado, tan solo un encuentro casual.
Desató tantas locuras a mi alrededor, el destino tan caprichoso que me tocó al tener a estos dos chicos hoy frente de mí.