—¡Ámbar!— está lejos, puedo escuchar su voz muy lejos. Mi corazón reaciona y reanuda su marcha a una velocidad alarmante, sé lo que ha sucedido, quiero despertar, te puedo escuchar, pero no puedo... No puedo verte.—¡Ámbar!— ¡Estoy aquí, Damián! ¡Estoy aquí!— ¡¿Dónde está, hijo de puta?!Debo despertar, debo hacerlo ¿Que está pasando? ¿Que sucede? ¿Dónde estámos?Con esfuerzo y poniendo todo de mí logro abrir los ojos. Todo está oscuro, tan oscuro que mi corazón da un vuelco para luego retomar su marcha de manera aún más veloz. Puedo escuchar su voz, sus gritos, sus exigencias a pesar de que la situación no juega a nuestro favor.—¡Estoy aquí!— grito y mi voz suena pastosa, raspa mi garganta. Quiero salir, quiero irme de aquí pero estoy atada, mis manos están amarradas a lo que parecían ser barras gruesas y de metal muy pegadas a la pared, mientras yo permanezco sentada en el suelo húmedo.La húmeda provoca más frío, hace que mis huesos duelan, siento mi piel débil debido a la baja tem
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