Después de salir de la ciudad, Lucía fue a la estación de tren, y señalando al azar un destino, compró el billete de tren, y así comenzó su primer viaje tras el divorcio. En el día entero, del norte al sur, la temperatura ascendió y el aire se volvió húmedo. Con su equipaje, llegó a otra ciudad completamente desconocida. Lejos del ritmo acelerado del antes, todo de aquí era más lento. Después de dejar las maletas en el hostal, se lanzó a vagar sin rumbo. Sentada en una calle bulliciosa, pidió unos fideos y una bebida fría, relajándose. Entonces, su teléfono vibró: entre los pocos contactos que quedaban en su nuevo teléfono, el abogado Carlos le envió dos mensajes: "Cuñada, ¿por qué no me dijiste tu identidad antes del divorcio? ¡Vaya lío! Felipe me ha reprochado por no darle tus contactos. Pero te ha escrito una carta y me pidió entregártela, léela." Que Felipe se enfadara era esperable, pero que escribiera una carta... Eso sí la sorprendió. Al abrir el archivo, sus ojos se fija
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