El ambiente en la cocina estaba tenso. —Ok, está bien, voy a hacerla pasar —dijo Mercedes con una expresión de molestia, mientras Grecia la observaba sin entender qué pasaba. A los pocos minutos, la puerta se abrió y Grecia se quedó impactada. —¿Pero se puede saber qué hace esta mujer aquí? —dijo, furiosa. —Úrsula va a trabajar de nuevo como mi asistente. Decidí darle una segunda oportunidad —respondió Guillermo. Úrsula entró caminando con una actitud prepotente, sintiendo una satisfacción al poder molestar a Grecia. —Hola, Grecia, me da gusto verte —dijo Úrsula con sarcasmo. —Señora Grecia, para la próxima, no te equivoques, Úrsula no voy a permitir que me faltes el respeto. —le dijo Grecia, furiosa, a punto de explotar de coraje. Guillermo solo observaba, disfrutando la escena. —Está bien, disculpe, “señora Grecia” —respondió Úrsula con una sonrisa burlona. “Muy bien, así quería verte, Grecia, molesta, celosa. Ahora vas a lamentar haberme despreciado” —pensó Guill
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