La miró de reojo: llevaba un maquillaje suave, con labios rojos pero no llamativos, un conjunto muy natural que la hacía lucir aún más fresca y etérea.—No te ves extraña en absoluto, estás preciosa —dijo Matías, sin escatimar elogios.—En la universidad ya eras la más bella de nuestro departamento, además de ser brillante. Tenías innumerables pretendientes —añadió sonriendo.—Senior, no bromee conmigo —respondió Marisela, un poco avergonzada e incómoda.Matías sonrió levemente, observando la timidez de la joven, que parecía transportarlo de vuelta a sus días universitarios.En realidad, quería aprovechar para preguntarle si tenía novio, pero consideró que apenas se habían reencontrado y sería demasiado atrevido, así que decidió esperar.Mientras conversaban, llegaron al piso doce. Matías tomó la iniciativa para guiarla, explicando:—Mira, este es el nombre de nuestra empresa, Tec Prosperidad. Aunque suene común, es para atraer buena fortuna.Marisela observó el nombre de la empresa y
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