Gabriel, al escuchar las palabras de Eva, sintió cómo una ola de rabia y desesperación lo invadía. Sin pensarlo dos veces, tomó el celular que Eva tenía en la mano y lo apretó con fuerza, los nudillos palideciendo.— Más vale que ella esté bien — dijo con voz temblorosa, sintiendo la furia burbujear en su interior.— ¡Cierra la boca y no te interpongas en nuestras decisiones! — interrumpió Jason, su voz llena de desprecio. La llamada se cortó bruscamente, y Gabriel, consumido por la rabia, lanzó el celular contra la pared. El dispositivo se estrelló contra el suelo, dejando una marca en la superficie.— ¡No se irá, Eva! — exclamó Gabriel, su mirada fija en ella —. Voy a traer de regreso a nuestra hija. Te lo prometo.Eva, con los ojos cristalizados por las lágrimas, lo miró intensamente.— No tienes que hacerlo, Gabriel. Conozco a Jason, y está desesperado por arreglar la situación. Está dispuesto a hacer cualquier cosa, y una de ellas es tenerme a mí.Gabriel se acercó y tomó su rostr
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