Leandro No sé cuánto tiempo llevamos en esta pose, pero se está volviendo mi favorita, algo que dudo que ella disfrute. Liah me mira con reproche, se ve linda. —¡Liah! Si no abres, tumbaré la puerta.—Más inoportuno. —Bien, presumida. ¿Qué decides? Colaboras y tenemos una conversación en sana paz o dejamos que tu padre entre y se desate el infierno. Retiro mi mano de su boca, pero sigo con mi cuerpo y mi mirada sobre ella. —¡Liah, ábreme! —¡Estoy bien! ¡Estaba bañándome, papá! —Sonreí. —Escuche un grito, y no me abres. —No estoy vestida, padre. Grité porque vi una alimaña en la habitación, —dice mirándome mientras me pellizca. Esa lengua viperina y atrevida. —Te dejo para que descanses. Seguro, estás bien. —¡Papá! —Dime. —Cuidado con lo que haces, —le susurró. Me saca la lengua.—Te la voy a morder por dártela de viva. —Descansa. —Le respondió. Esperamos unos minutos y ya no se escucha nada. Trata de empujarme y me mueve un poco para que no soporte tanto mi peso. —¡Quíta
Leer más