—No vuelvas a tocarme —dijo con rabia—, y no tengo nada qué hablar con la mujer que me abandonó. Yo tenía cinco cuando mi padre me dijo que tú te habías ido y te habías largado con él —dijo señalando a Sam—, ¿Cuántos años tenía Ángela? A penas tres, yo cuidé de ella como una madre lo hace y a penas era un bebé, la alimentaba, la mimaba, cuidaba de ella cuando se enfermaba mientras que para mí nunca hubo tiempo, en cambio tu ¿qué hacías? ¡Acostarte con esta bestia mientras tus hijas pasaban trabajo, formar una familia con tu amante, te olvidaste de Ángela!Pero ella sabía que no solo reclamaba por su hermana, reclamaba por ella misma, la había necesitado y su madre la había hecho a un lado.¿Qué podía esperar del resto del mundo?La vio llorar pero no sintió nada en absoluto, ella había llorado el doble durante su niñez y su adolescencia, pero como iba a saberlo ella si ni siquiera Ángela lo sabía.—No hables de ese modo Tabbitha...— ¡Tu cállate, no tienes derecho! —se volvió al rubio
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