La noche era un presagio de caos. El aire estaba cargado de una energía opresiva, un eco silencioso del peligro que acechaba. Los mestizos restantes, Lyros, Cora, Lyra, Kieran y Dorian, estaban reunidos en un claro rodeado de ruinas antiguas, sus sombras proyectadas por la luz temblorosa del fuego que ardía entre ellos.El grupo intentaba recuperarse, tanto física como emocionalmente, tras la pérdida de Tarek. Sin embargo, cada uno lidiaba con la pérdida de manera diferente. Lyros estaba inquieto, afilando las flechas de su carcaj con movimientos rápidos y tensos. Cora, con la esfera luminosa descansando en sus manos, parecía ausente, perdida en sus propios pensamientos. Lyra, por su parte, observaba a Kieran, cuyas heridas seguían visibles bajo los vendajes apresurados que había improvisado.Dorian rompió el pesado silencio, su tono lleno de frustración.—Esto no puede seguir así, —dijo, cruzando los brazos mientras observaba a los demás—. Tarek murió para que pudiéramos escapar, y a
Leer más