Entre sollozos, pregunté cómo había muerto mi abuelo exactamente.Ana, con los ojos enrojecidos, me miró dudosa. Después de vacilar, finalmente habló:— Sofía, anoche... ¿estás bien? Es mi culpa, ¡si te hubiera detenido, esto no habría pasado!Me quedé atónita. ¿Cómo sabía Ana lo de anoche?— ¿Cómo sabes...? — pregunté con voz ronca.Ana, mordiéndose el labio, sacó el teléfono de mi abuelo, tocó la pantalla unas veces y me lo pasó.— Ayer, como no contestabas ni volvías, tu abuelo se preocupó y me llamó. Mientras salíamos a buscarte, tu abuelo recibió este video. Al verlo, sufrió el ataque al corazón...El contenido repugnante del video me impactó. La protagonista era yo, drogada la noche anterior. Quienes grabaron fueron Javier y Francisco.Me cubrí la cabeza con dolor y grité.Ana, al ver mi reacción, apagó rápidamente el video y me abrazó, fingiendo compasión.— Tranquila, Sofía. Ya pasó. Sé que no es tu culpa. Me tienes a mí...No sé qué más pasó ese día, solo sé que en pocas horas
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