Allegra lo miró desconcertada, y sintió unos pasos detrás de ella, fue cuando vio a Roberto y otro hombre.—Bonjour chère Allegra, exclamó Dante acercándose.— ¡Te llevo a casa! comento señalando el coche.— Estoy a dos cuadras de mi casa, y es saludable caminar exclamó Allegra.— Estoy de acuerdo caminaré contigo exclamó él acercándose y deslizando su mano para quitarle las compras.— Dante, exclamó ella.— Ah recuerdas mi nombre, me siento halagado, anoche temí que hubieras perdido la memoria exclamó Dante con una sonrisa burlona.— ¿ Qué es lo que quieres?, pregunto.—¿Qué crees que quiero?, de seguro es entendible que tenga una curiosidad natural, ¿verdad?.— ¿Acerca de qué?—De ti, Allegra. ¿De quién más? – alzó una ceja -. Piensa que me debes esta pequeña muestra de educación – le advirtió Dante -. Hace tres años y medio desapareciste en el aire. Sin una palabra, sin una carta o explicación. Me gustaría que me lo explicaras ahora.—Es muy sencillo – empezó, sonrojándose -, comp
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