BIANCATres días pasan como el viento y desde la mañana en que nos besamos, él evita encontrarme, solo llega tarde a casa tras los compromisos sin fin que parecen drenar todavía más sus fuerzas. Uno de esos días, lo encontré saliendo de una habitación, que después Thura me contó que es la oficina, con una almohada debajo del brazo y un aire de derrota desolador, él no está nada bien.Hoy es sábado y él me invita a hacerle compañía en el café de la mañana, la barba por hacer está cada vez más larga y las ojeras profundas denuncian que él no duerme hace días. Arrugas de expresión circundan sus ojos y labios, él rasga un pedazo de pan sirio, en silencio, toma una taza de café y luego otra, creo que es para mantenerse cuerdo, yo desisto de fingir que no estoy viendo su estado deplorable e indago:—¿Has dormido, Nahan? —Él niega sin mirarme y continúa bebiendo el café, el plato tiembla levemente en la palma de su mano.
Leer más