Fernando me gritó con furia, completamente fuera de sí: —¡Debería haberte matado! No, ¡debería matarlos a todos! ¡Voy a matarlos a todos!Lamentablemente para él, parece que no tendrá tiempo para eso. Ya había confesado sus crímenes, lo que aceleraba el proceso judicial. Especialmente con el respaldo de la familia Díaz, la audiencia se había programado para la semana siguiente. De no ser así, no estaría tan apurada.—¡Si no te retractas pronto, nadie podrá salvarte! —Le grité, intentando ahogar sus insultos.De repente, la puerta se abrió hacia adentro, dejando entrar algunos rayos de luz que se reflejaron en mis pies. El polvo en el aire pareció cobrar vida, como si estuviera desesperado por escapar, creando una atmósfera caótica.Levanté la vista, y allí estaba Carlos, vestido de negro, bloqueando la poca luz que había. En ese momento, la celda quedó completamente en tinieblas, salvo por los gritos de Fernando.Sentí como si todo el mundo se hubiera oscurecido con su llegada.C
Leer más