Carlos no dijo nada, después de un rato hizo una fea mueca de irónica.—Si quieres hacer un drama, pues adelante, hazlo.A estas alturas, ni siquiera reconocía su culpa, seguía echándome la culpa a mí.Ya no tenía ganas de discutir, así que solo dije: —Me voy a mudar de su casa.—¿De nuestra casa? —Los ojos de Carlos se entrecerraron—. Sara, la verdad es que nunca la consideraste tu hogar, qué desperdicio de todo el cariño que te tuvieron mis padres.Mordí con rabia mi labio. Él no entendía que lo que yo quería no era precisamente el cariño de sus padres, sino el suyo. Ya había decidido separarme de él, así que decirlo o no, era lo mismo.—Señor Carlos, me voy a mi trabajo —No mencioné el tema de la renuncia, quería terminar mi trabajo.—Sara, ¿de verdad quieres terminar conmigo? —Carlos me preguntó de nuevo.Parecía que antes no había escuchado bien. Lo miré a la cara, a esa cara que había admirado tanto durante diez años, y le dije con frialdad: —Sí, Carlos, quiero terminar contigo.
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