"Me encantan nuestras rutinas matutinas", jadeo."Siempre te quejas al principio, pero cuando empezamos, quieres que sigamos. ¡Qué graciosa!", me dice él."Pero ¿cómo es que te vuelves cada vez más experta?", me mira con los ojos entrecerrados y yo sonrío."Cada mujer tiene sus secretos. Y este es uno que no compartiré contigo, mi amor", le presumo, mirándolo a los ojos. "Tienes razón. No me importa si tienes secretos", me dice con voz ronca, "entonces, bebé, ¿estás lista para la segunda ronda?" Me guiña un ojo mientras aparto su cara."Por favor, hazme... Digo, el desayuno", me río. Él se queja de que quiere dormir más, pero lo obligo a levantarse de la cama."Estoy agotada y tu hijo está creciendo, así que tengo hambre"."Está bien", suspira, se pone los pantalones del pijama y me extiende la mano."No, tomaré una ducha rápida. Apesto a sexo", le hago una mueca. Sin embargo, él agarra mi bata y me carga abruptamente, sacándome de la habitación.Me sienta en el taburete de la cocina
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