—Lina...—la expresión de Sara era de aflicción, como si Lina fuera quien había cometido el error y ella, Sara, la víctima.Pero Lina no cayó en su juego: —Javier no está aquí, no tienes que actuar frente a mí. Y no uses el "amor incontrolable" como excusa para tu manipulación. Si realmente fuera incontrolable, ¿en qué se diferenciaría de los animales?Sara, sorprendida por su dureza, palideció: —Lina, puedes decir lo que quieras de mí, pero no hables así de Javier...—No me interesa hablar de ti, y menos de Javier—Lina desvió la mirada. —Cuídate y, por favor, llámame por mi nombre completo de ahora en adelante. No somos cercanas.El ascensor llegó.Lina entró sin mirar a Sara y se fue.Sara, insatisfecha, no se marchó de inmediato. Observó los números del ascensor subir hasta detenerse en el piso más alto del edificio.Luego se acercó a recepción: —Disculpe, ¿qué departamento está en el piso más alto?La recepcionista la miró: —Esa es la oficina de nuestro presidente. ¿En qué puedo
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