Lina sabía que era inútil hablar con ella, así que se dirigió a Fernando: —Señor Olivares, solicito revisar las cámaras de seguridad de la sala de descanso.Viviana cambió de expresión. —¿Qué quieres decir?Lina la ignoró y miró a Fernando, preguntando de nuevo: —¿Es posible, señor Olivares?Fernando miró a Viviana, quien se notaba nerviosa, pero frente a todos no podía negarse. —Adelante, revisen las cámaras. No tengo nada que ocultar.Fernando tenía acceso a las cámaras desde su celular, pero no los permisos para revisar. Solo Santiago los tenía.Así que llamó a Santiago, quien preguntó de manera casual qué sucedía.Fernando no podía ocultarle nada a su jefe, por lo que le explicó de manera breve la situación.—Lina no haría algo así—fue la primera reacción de Santiago, casi instintiva, sorprendiéndose incluso a sí mismo. Después de una pausa, añadió: —Te daré acceso. Fernando, asegúrate de limpiar el nombre de Lina.—Sí, señor Cruz—Fernando colgó, pensativo.¿Desde cuándo el se
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