—Está bien —respondió obediente Marina, girándose hacia él.Diego le quitó el delantal, se colocó detrás de ella y, mirando hacia abajo, se lo puso de nuevo, atando cuidadoso las cintas en su espalda.—¿Te queda bien así? —preguntó con tono grave.Marina inclinó la cabeza, dejando al descubierto su cuello blanco y delicado.—No está apretado. Te queda perfecto.Diego se inclinó y le dio un ligero beso en el cuello, pero ella lo echó de la cocina, cerrando la puerta de golpe.Yolanda, intrigada, miró a Diego antes de fijar de nuevo su atención a la televisión. Mientras tanto, Marina cocinaba rápidamente, llenando el aire con aromas tentadores. Diego observó con detenimiento la mesa repleta de platillos y recordó cómo Camilo los disfrutaba antes. Sonriendo, pensó que, a partir de ahora, todo sería para él.Cuando alzó la mirada, se encontró justo con Marina, quien le sonrió deslumbrante.—¿Qué? —preguntó ella, notando al instante su atención.Diego sonrió y estiró una de sus piernas,
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