— Mamá, ¿cómo así que se vinieron para Marfil de la nada? Mejor voy por ustedes —Isabela bajó las escaleras a toda prisa y paró un taxi para ir a la estación—. Mamá, quédense quieticos ahí con Niko, ya llego.— Tranquila, mija. Niko y yo estamos aquí en la salida, no nos vamos a mover —le aseguró Renata.Como la estación de Marfil tenía varias salidas, Isabela preguntó:— Mamá, fíjate bien, ¿en cuál salida están?— Estamos en... —Renata, con su vista cansada y las cataratas, por más que miraba no lograba distinguir los letreros.En eso, se oyó la vocecita de Nicolás:— Isa, estamos en la salida número 1.— Ya, entendí. Niko, hay mucha gente en la estación, no te me separes de la abuela, ¿oíste?Nicolás andaba en una edad inquieta, e Isabela temía que si se ponía necio, Renata no pudiera con él. Con el gentío de la estación, sería un lío si se perdía.Nicolás respondió obediente:— Dale, Isa, tranquila.Isabela colgó, pero seguía recontra preocupada durante el viaje. Renata nunca había
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