Desayunamos juntos en la amplia sala de la casa, decorada con motivos festivos y una gran mesa llena de deliciosos alimentos.Mientras disfrutábamos de las exquisitas preparaciones, el aroma del café recién hecho llenaba el ambiente.Loreline, con su amabilidad y alegría contagiosas, nos felicitaba constantemente, demostrando su amor y aprecio por nosotros. Con una sonrisa cálida en su rostro, nos entregó nuestros esperados regalos de cumpleaños, que habían sido cuidadosamente seleccionados para cada uno.Eva, emocionada y curiosa, abrió su presente con cuidado, revelando una hermosa pulsera hecha a mano por Loreline misma. Cada cuenta de perla, encontrada en una antigua gaveta, tenía un brillo especial y único. Aunque estas perlas podrían considerarse de gran valor, ella, humilde como siempre, no les daba mucha importancia material. Su enfoque estaba en el gesto de amor y dedicación que Loreline había puesto al crearla especialmente para ella.Mi regalo, en cambio, fue un cautivador
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