Todos los capítulos de El Ardiente Capricho de la CEO : Capítulo 41 - Capítulo 50
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Capítulo 39.  Buscando soluciones: la idea 1.
Mackenzie.  Boston, 2024, Charlestown Mansión del O ´Sullivan.  Tras la fiesta en casa de los Hernández, durante todo el trayecto a la mansión de mis padres, mi madre permaneció en silencio, seria, eludiendo mirarnos, y eso en ella, y para su familia, que la conocíamos, era un mal presagio. Tanto mi padre, como yo, preferíamos que mi madre estallara, con fuegos artificiales, bombas lacrimógenas, gas pimienta, y cañones de agua, todo el kit completo, esa era la única manera que tenía de calmarse, tras el brusco estallido, y quizás así, alguno de nosotros podríamos sobrevivir. sin grandes daños, tras el huracán Céline. Pero ese silencio implicaba que el resentimiento y la ira estaba siendo guardada, acumulada, y conservada en el interior, poco a poco, y de manera muy intensa, sin válvula de escape, y eso, por la forma de ser de mi madre, era muy peligroso, ya que, necesariamente, aumentaba la presión, como si ella fuera una olla exprés, y cuando esa presión fuera expulsada al exter
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Capítulo 40.  Buscando soluciones: la idea 2.
Brandon.  Boston, 2024, oficina de la CEO Torre O ´Sullivan. No me apetecía para nada esta reunión, pero era tan importante lo que teníamos que tratar la lunática pelirroja y yo, y al mismo tiempo era tan delicado, que desde luego se tenía que hacer en un lugar cuidadosamente protegido, que no llegará a oídos de nuestros padres. Esta mañana cuando quise enviarle un mensaje a la CEO, me di cuenta que la había bloqueado hace tiempo, y en un principio pensé en desbloquearla, para pedirle una cita, pero recordando lo que había sucedido ayer, muy probablemente, si lo intentaba, sin ser personalmente y de manera física, la astuta empresaria, se encargaría de insultarme sin dejarme hablar en ningún momento, y tampoco deseaba aguantar sus tonterías de niña caprichosa y millonaria, algo que cada día se hacía más evidente, por lo menos para mí. La mejor manera de resolver nuestro problema era cara a cara, en su terreno o en el mío, aunque seguía siendo mejor su terreno, su despacho estaba
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Capítulo 41. Un negocio envenenado 1.
Mackenzie.   Boston, 2024, oficina de la CEO Torre O ´Sullivan. Sabía que estaba fuera de control, cuando Carlos me arrebató de las manos la pirámide de mármol que solía ser mi objeto arrojadizo preferido cuando perdía el control, y la furia, se apoderaba de mí, cosa que últimamente me ocurría muy a menudo, sólo por culpa de una única persona, la cual estaba frente a mí en este momento. Carlos, mi asistente, era un experto en gestionar mis crisis de ira, además de ser el mejor gestor, fuente de información de todo el holding, también era responsable de que no acabara pagando indemnizaciones millonarias, por agredir al estúpido de turno que provocara mi ira. Mi padre lo había colocado a mi lado gracias a su capacidad, y su gran inteligencia, para controlar los momentos más “enérgicos de su hija” fruto como decía él, de la mala planificación ante la unión de dos caracteres fuerte como era los de mis padres, unido todo esto, como no, a el hecho de ser la hija única, independiente
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Capítulo 42. Un negocio envenenado 2.
Mackenzie.   Boston, 2024, oficina de la CEO Torre O ´Sullivan. Pero al parecer el Vader bombero tenía otra idea, me encontré acorralada entre sus brazos que se colocaron a cada lado del bode de la mesa y mi escritorio que tenía detrás de mí, encerrada en una pequeño y estrecha zona, con él delante de mí, muy cerca, casi tocándome, mientras yo trataba de alejarme de su cuerpo lo más que podía, mientras mi respiración se agitaba ligeramente, y mi corazón comenzaba a latir con velocidad. - “¿Se ... puede saber que… estás haciendo?”- pregunté mirándole a los ojos, mientras notaba que mi voz estaba algo más entrecortada. - “Demostrarte que podemos estar casi unidos, y que no necesariamente, tengamos que matarnos, podrás volver a tu casa, que además debo suponer que será enorme, y que casi ni nos veamos. Yo puedo prevenir esos “accidentes” y darme cuenta con tiempo si algo extraño pasa. Al mismo tiempo, hacemos creer a nuestras madres que nos llevamos bien, y nos las quitamos de en
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Capítulo 43. Un trato con muchas advertencias 1.
Brandon. Boston, 2024, oficina de la CEO Torre O ´Sullivan. Dos segundos antes de dejarme llevar, ya sentía que eso no era una buena idea, pero desde que me acerqué a la lunática pelirroja, para burlarme de ella, y sentí su mano sobre mi pecho, hasta que acabé derribado sobre la mesa encima de Mackenzie, en algún momento de ese periodo, dejé de pensar tanto en nuestro posible trato, para pensar que me encantaba verla tan desconcertada, por nuestra cercanía. No soy estúpido, tener a esa pelirroja bajita, ojos del color de las hadas, con un genio de mil demonios, y un olor espectacularmente atrayente, por no hablar del calor que emanaba su cuerpo tan cerca del mío, despertaban más de un interés, que en este momento no ayudaba a que mi cabeza estuviera lo más lúcida posible. Pero lo que definitivamente no ayudó, para nada, fue sentir su cuerpo bajo el mío, mientras cada curva, y cada extensión de piel, enfundada en ese traje CEO intimidante, estuvieran en contacto con mi traidor cue
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Capítulo 44. Un trato con muchas advertencias 2.
Brandon. Boston, 2024, oficina de la CEO Torre O ´Sullivan. Ambos estaban sonriendo, y lógicamente esta situación les parecía divertida, prueba de ello fue la respuesta que dio la mujer, seguramente era la tal Marisa, si me fiaba de cómo se hablaban entre ellos, y del poco miedo que tenían, a la reacción peligrosa de la CEO. Ella debía de ser la esposa del asistente Carlos, prueba de su diversión fue la respuesta que dio, a lo que había dicho su marido. - “¿Y eso que hacían cuando llegamos, lo de meterse la lengua el uno en la garganta del otro, ¿cómo lo podemos considerar? ¿Una nueva forma de guerra bilógica?”- esas palabras fue lo que hizo que de un movimiento algo complicado, y sujetando contra mi cuerpo a la lunática pelirroja, consiguiera ponerme de pie mientras, aún la tenía colgada de mi cuerpo, su cara estaba literalmente pegada a mi pecho. Al parecer durante nuestro estúpido beso, la pelirroja se había sujetado a mi cuello, para acercarme a ella, y aún, de alguna forma
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Capítulo 45. Un almuerzo de psicoanálisis.
Mackenzie. Boston, 2024, North End, Restaurante Mosquees. - “Comienza a largar, CEO, y no te calles nada”- ese fue la primera frase que me largo Marisa nada más verme llegar a la mesa, que habíamos reservado. - “¿Me dejaras sentarme al menos? ¿O piensa ejecutarme ya, sin última voluntad?”- le dije sentándome en mi silla, mientras me preparaba para el tercer grado. - “No te vas a librar con tus habilidades negociadoras, comienza a hablar, o mejor yo pregunto y tus contestas, que siempre puedes dejar cosas fuera si te interesa, quiero saberlo todo.”- como siempre Marisa me ponía en un aprieto, si no fuera porqué es mi única amiga, esta maldita es el peor negocio que nunca he hecho, siempre pierdo contra ella. - “Bueno, déjame tomar por lo menos una copa de vino, que te conozco, y tú acoso sin anestesia no es justo, ni siquiera para ti.”- le dije en español estableciendo el idioma que siempre usábamos cuando queríamos hablar con seguridad. Marisa lleva casada con Carlos desde que
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Capítulo 46. La mudanza del Vader.
Brandon. Boston, 2024, Apartamento de lujo de Mackenzie O ´Sullivan. - “¿En serio vas a vivir aquí?”- me preguntó Louis, mi mejor amigo, mientras me ayudaba a meter algunas de mis maletas en el ático de lujo y espectacular de la Lunática. Cuando recibí el WhatsApp de Mackenzie con la dirección, supe que habría problemas, el ático estaba en una de las zonas más caras de Boston, nada bueno podía salir de esto. A medida que nos acercábamos con mi camioneta todoterreno de cinco años, al edifico, mientras Louis alucinaba con el vecindario, más claro lo tenía, de que estaba cometiendo un error. Cuando dos personas de seguridad del edifico, junto a los escoltas que había enviado la Lunática, me indicaron donde podía dejar mi coche en el aparcamiento, una plaza de aparcamiento donde mi pobre e intimidada camioneta estaba rodeada de coches de gama top, cuya solo una puerta valía lo que todo mi todoterreno, quise salir de allí corriendo, pero cuando el ascensor directo, con seguridad , y
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Capítulo 47. Cuando la realidad no ayuda a las intenciones.
Mackenzie. Boston, 2024, Torre O ´Sullivan, despacho de la CEO Mackenzie O ´Sullivan. - “Esto es ridículo, no puedo creer que esté trabajando, sólo porque quiero evitar ir a casa, ha sido tu refugio los últimos cuatro años, maldita estúpida, ¿De que tienes miedo?”- me dije en alto cuando me vi, como una idiota, en el despacho, buscando que hacer, para dilatar los más posible volver a casa. Toda la culpa la tenía esa manipuladora lava cerebros de la doctora García, con lo segura que estaba yo con este trato, esa maldita se pone a meterme cosas en la cabeza que ni son necesarias, ni las había pensado. - “¡Maldita sea! Nadie me va a sacar de mí casa, ni siquiera las psicópatas ideas de esa bruja puertorriqueña. ¿Interesada yo en el Vader Bombero? Si claro, y los burros vuelan”- pensé cerrando decida mi portátil, para prepararme para regresar a mí ático. Ya mi ejercito militarizado de escoltas, que mi padre, exageradamente, había contratado para protegerme, me estaba esperando por
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Capítulo 48. La primera cena incomoda del Vader y la Lunática 1.
Brandon. Boston, 2024, Apartamento de lujo de Mackenzie O ´Sullivan. - “Voy a duc … duchar… nos vemos … cena … adiós”- ver huir a la Lunática no sirvió de mucho, la imagen de su cara tentadora, hirviendo de deseo, se me había grabado en la mente a fuego, y muy probablemente me iba a perseguir en mis sueños. La vi salir por la puerta que daba a la terraza y correr por un lateral de la piscina, hacia su dormitorio, así que deje salir el aire, y relajé mi cuerpo, que inconscientemente había contraído, mientras la miraba, sintiendo que, si se aproximaba a mí, no iba a poder controlarme, y dejaría que todo saltara por los aires, esa tentadora Lunática me afectaba más de lo que era juicioso para un hombre. Pero como siempre, esa maldita estaba llena de sorpresa, no sólo contenta con hacerme desearla, al verla mirarme como lo hizo, sin piedad, debido a que una enorme ventana nos separaba, comenzó a desnudarse, ante mí, antes de llegar a su dormitorio. Me dije varias veces que debía gir
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