Todos los capítulos de Prometo amarte. Solo hasta que tenga que decirte adiós : Capítulo 271 - Capítulo 280
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¿Dónde está ella?
Massimo aún no superaba la sensación que le había dejado aquel hermoso sueño, caminaba por los pasillos de la mansión y sentía como si estuviera viviendo un deja vu o en dimensiones paralelas, aunque la mansión lucia diferente, cada paso que daba podía ver la silueta de su exesposa y podía oler el perfume de su cuerpo, su voz aun la tenía rezumbando en sus oídos. Rápidamente despejo esos pensamientos, debía ir a la compañía, había citado a Aldo, ese joven que, a pesar de recién haber aparecido, tenía las respuestas a varias de las incógnitas que le surgieron. Massimo tomo un baño, se puso ropa casual, esta era la primera vez que iría vestido de esa manera a la compañía, no tenía tiempo que perder, era hora de hablar largo y tendido con Aldo. Antes de salir de casa, dejo una nota en la mesita de noche de su habitación par ano preocupar a su hija, le prometía regresar a la brevedad, el estaría en la compañía. Massimo condujo como alma que llevaba el diablo, su corazón estaba envuelto e
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¿La amas?
Massimo se sentía exhausto, de pronto esa corta charla con su sobrino lo hizo sentirse exhausto. - Aldo, ayer vi y leí toda la investigación, puedo decirte que me duele ver en qué se convirtió la mujer que ame, la madre de mis hijos. Bien sé que si te digo que ella en algún momento fue buena, no me lo creerás, pero así fue, fui un completo imbecil, desde los 16 años hasta los 30 me aferré al recuerdo de la mujer que conocí en el colegio, ella fue mi salvavidas cuando tu abuela murió. Massimo veía a través del ventanal, no le estaba dando la cara, de pronto una mano tocó su hombro, al verlo, sintió como si viera a su hermano. - ¡Tío, no puedo creer que vivas de recuerdos! Eres Massimo Pellegrini, tú no eres de esa clase de persona, pero te voy a decir una cosa, tampoco soy un maldito asesino, no soy el desalmado que ahora crees que soy, sabes bien que ella no puede salir impune de lo que me hizo. Massimo lo escuchaba con atención, por más que quisiera evitarlo, Aldo tenía el mismo
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Borrón y cuenta nueva
Marco y Valeria regresaron a la casa, ella tomó el ramo de flores, su bolso y dijo: - ¡Estoy lista! Podemos irnos, esta casa tiene muy buenos recuerdos, pero, mis recuerdos los quiero contigo y nuestros hijos. Marco volteó a verla y vio esos ojos color almendra llenos de amor. - ¡Valeria te amo, no lo olvides! Valeria y Marco cerraron las puertas de esa casa, dejando atrás los recuerdos de lo que un día fue y ya no será más, subieron al auto y fueron en búsqueda de un lugar donde poder cenar y pasar esa noche. La pareja encontró un lugar muy tranquilo para cenar, luego de un día lleno de emociones a flor de piel, ellos disfrutaban de su plática, de la compañía mutua. Valeria no tenía dudas, él era el hombre de su vida, a pesar de los malos momentos vividos, el estar ahí juntos, era la mejor recompensa que podría tener, además de sus hermosos hijos. Luego de cenar, la pareja tomada de la mano caminó por las calles del centro de Gaeta, ella sentía por primera vez una tranquilidad q
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La ciudad más austral
—- Ushuaia, Argentina (7 años atrás) —- - Aldo, muchacho sé que te dejas llevar por la zona, pero no quiero que entres al ejercicio, tú tienes un don, deberías explotarlo, yo preferiría que te dediques a los negocios, tu mamá en la maquila lleva años y aunque es joven, no siempre lo será. - Nacho, a mi me gusta los que tú haces, además, si llego al ejercicio tal vez un día ascienda y tenga la oportunidad de saber que fue lo que pasó con mi padre. - Dijo Aldo con sus ojos llenos de convicción. Aldo siempre supo quien era su padre, tenía fotografías de él y su madre, pero algo no le quedaba claro, ¿porque había muerto? ¿Quién lo querría muerto? Eran preguntas que ni su madre podría contestar, ella desde que salió de Rusia viajó a Argentina, luego de estar una temporada en en las playas del mar de plata, había escogido el lugar más recóndito para vivir, tal vez pensaba que ella se adaptaba más fácil a ese clima, considerada la ciudad más austral del mundo, Ushuaia era el lugar donde Al
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Apoyo incondicional
Ekaterina había vivido en las sombras por muchos años, después de la noticia sobre la muerte de Pietro, cerro su corazón, jurando no volver a amar a nadie, Darío Rizzo siempre por alguna extraña razón, la había contactado para ofrecerle apoyo incondicional, pero esta siempre lo rechazaba. Hoy después de varios años, ella era quien le contactaba y aceptaba su ayuda, lo único que había cambiado era que su hijo ahora traería un hijo también, eso complicaba las cosas para la familia, quienes siempre habían sido vistos como una familia humilde y de bajos recursos.La joven madre no quería que su hijo truncara sus estudios, él tenía el mismo don que su padre, el carisma, la inteligencia y la agilidad para los negocios. Sabia de sus pininos como corredor de bolsa, su ubicación remota era excelente para el trabajo que desarrollaba, pero eso solo era un comienzo, un nuevo integrante lo único que provocaría sería pausar los proyectos que ambos chicos traía en puerta.Ekaterina después de mucho p
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Teodore Vanetto
Teodore fue criado por un padre militar, razón por la que su educación fue estricta dentro del colegio militar, cuando fue tiempo, este hombre salió de la milicia y comenzó a dedicarse a la protección personal. Su buen desempeño y discreción, llamo la atención de uno que otro rico de la ciudad, de entre ellos Franco Amato, un hombre que emergía de clase media a clase alta, su carácter explosivo y sus métodos poco convencionales, le hacían necesitar protección.Franco escucho hablar de un tal Vanetto, experto en seguridad y protección personal, además de otros detalles adicionales, que no se debían mencionar. Después de que un tal Sposti lo recomendara, Franco entrevisto a aquel hombre, desde que lo vio, supo que era el hombre que necesitaba para su cuidado.Vanetto y Amato trabajaron por varios años juntos, los trabajos encargados no pasaban de protección y uno que otro “trabajo” especial. Incluso para él en su mundo había principios y reglas sobre matar; no niños, ni mujeres, claro, s
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Conociendo a Aldo
Después de una larga semana, Ekaterina recibió un mensaje de Darío Rizzo, el la esperaría en Ana & Juana - Onas a las 6:00pm, era un lugar público para que no sintiera temor y saliera huyendo, aunque no entendía la razón de esos temores, esta sería la primera vez que vería a Aldo ya como un adulto, la única vez que lo había visto Darío, él era un niño de cabello castaño oscuro y muy quebrado, sus pequeños ojos grises eran encantadores. Tal como quedó Darío, el hombre llegó 5 minutos antes, pidió un café y tan pronto como lo pidió, vio entrar por aquella puerta a una hermosa pelirroja, ya no era la joven que él conocía, pero aún seguía siendo hermosa, a su lado la acompañaba un alto joven y guapo caballero, viéndolo de lejos, Darío sintió una punzada en el pecho, el joven era el vivo rostro de su antiguo jefe, la única diferencia era que él tenía la tez clara como la leche y sus ojos eran de color gris. - ¡Darío Rizzo! - Dijo el caballero levantándose de su asiento y saludando con l
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Hola Alessia
Dentro de una habitación invadida del aroma a desinfectante y medicamentos, se encontraba el cuerpo inerte de Alessia Amato, su cuerpo poco a poco había presentado mejoría, no era que estuviera curada, pero al menos ya no era necesaria la entubación endotraqueal, ahora solo usaba la mascarilla de oxígeno. Las personas que cuidaban de ella, tomaban muy enserio su trabajo, tenía médicos para atenderla las 24 horas, la indicación era, “Debe seguir con vida”. Alessia por dentro sentía como si siempre estuviera cayendo de espaldas sobre agua, sentía como el meneo de esta, pero por más que quisiera levantarse su cuerpo no reaccionaba, era como si algo la retuviera, no entendía que sucedía, tampoco entendía que no Massimo, ni sus padres la hubieran visitado, ella necesita levantarse si o si, pero solo se veía gritando sin emitir algún sonido. De pronto, dentro de sus sueños, escuchó una voz familiar… - Alessia ¿Cómo fue que terminaste así? - Decía una voz muy familiar. - Señor, sea lo qu
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Ayuda inesperada
Aldo y su madre Ekaterina siempre fueron conocidos como forasteros, era claro que no eran de Argentina, los padres de Alma eran conocidos por ser una de las familias más importantes en el negocio de la extracción hidrocarburifera. La relación entre ambos jovencitos había sido una sorpresa al menos para Ekaterina, pero sea como sea, ellos se querían y no solo era un capricho, el embarazo de la jovencita estaba claro complicaría las cosas para la pequeña familia de Aldo, razón por la que Ekaterina se sentía preocupada, conocía a los padres de Alma y la chica no era mayor de edad, podrían acusar a su hijo de violación, ella no tendría los recursos para enfrentar algo así. - Alma, te amo y sé que tu también me amas, pero tus padres nunca han estado de acuerdo con lo nuestro, temo la reacción que tengan al enterarse del bebé. - ¡Aldo yo te amo y eso es lo que importa! Si mis padres no me apoyan, listo tu y yo sacaremos adelante a nuestro bebé. Tu mamá lo hizo contigo y ahora nosotros po
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¿Por qué?
Mientras Aldo consolaba a Alma y pensaba cual seria el siguiente paso a dar, miraba al hombre que conducía el elegante auto en donde iban. Sorprendentemente acababa de ayudarlo, sabiendo que los recuerdos de este eran fluctuantes, realmente se sentía agradecido de haberlo conocido.--- Ushuaia (1 semana atrás) ---Al bajar el vidrio de la ventanilla, Aldo pudo percatarse de la imagen del hombre que conducía el auto, este era su vivo reflejo, no necesito que el hombre le dijera quien era, al verlo lo supo, pero algo ahí, no estaba claro, supuestamente su padre estaba muerto y a menos que el hombre sentado en ese auto no fuera él y fuera su tío Massimo, no encontraba una explicación lógica a lo que sus ojos veían.- ¿Tu eres Massimo Pellegrini? ¿Eres mi tío? – Pregunto el joven con duda.El hombre sentado en el auto sonrió ligeramente y decidió abrir la puerta de su auto para bajar.- ¡No! Mi nombre no es Massimo y no soy tu tío, ¡Soy tu padre! – Dijo el hombre de manera muy tranquila.L
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