La emperatriz Amaya quiso ayudar de una buena manera a la princesa Alice, pero sin que la chica se diera cuenta. Es difícil la situación en la que se encontraba. Primero, porque Finlandia era manejado por un dictador y segundo, jamás pensó que el país por el que su abuelo tanto había luchado, sería convertido en la voluntad de un hombre que solo quería poder y más poder. No podía intervenir porque iniciaría una guerra sin fin. Simplemente, ningún mandatario podía criticar las leyes ni como manejaba su nación. Leyes que le hubiese gustado cambiar, pero lamentablemente, su abuelo había elegido para ese entonces todo. —¿Qué te ha dicho el médico, cariño? —le preguntó al verla llegar al despacho.—Tengo que desintoxicar mi cuerpo con las hormonas. Es muy pronto para saber cualquier cosa, pero dice que es poco probable un embarazo. Debo esperar unas semanas más para poder tener una respuesta sobre una prueba y ponerme otro método anticonceptivo —le explicó.—Dudo mucho de que te quedes c
Leer más