Si realmente no quería salir con ella, ¿por qué le insistía tanto al principio? Marina guardó en ese momento sus pensamientos, y Sergio no le prestó atención alguna, sino que aceleró de repente: —Cuando lleguemos a casa, transfiéreme el dinero que gasté hoy.Al escuchar esto, Marina se enfadó demasiado. —Me invitas a salir y ¿luego me haces pagar?—Solo estábamos actuando.—¡Como hombre, no hay nada malo en gastar un poco de dinero en tu esposa!—Fuiste tú quien lo dijo, somos una pareja por simple acuerdo.Marina se quedó en ese instante sin palabras. Ella quería aprovecharse un poco de Sergio, se daba cuenta de que había sido en realidad muy ingenua. Sergio, siendo un comerciante, ¿cómo iba a dejarse perjudicar?—¡Qué tacaño eres!Marina respiró hondo. Bueno, no vale la pena enojarse. Al fin y al cabo, ella tampoco quería deberle nada en lo absoluto.Al regresar a casa, Marina recibió una avalancha de notificaciones de noticias, rápidamente una tras otra, acompañadas de fotos de el
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