Ante las palabras de Hugo, Juana claramente no le creía y, con una risa, dijo:—Huguito, ¿crees que soy tonta?—De verdad, Juana, aquella noche…Hugo intentó explicarse, pero Juana lo interrumpió con un ultimátum:—Mira, Huguito, te doy un mes. Si en este mes no resuelves lo tuyo con Sofía, entonces lo nuestro se acabó.—¿Ya no me amas, Juana? —Hugo preguntó con voz grave.Eso me hizo recordar aquella noche en que él, de rodillas en el suelo, me preguntó con el mismo tono: «¿Ya no me amas, cariño?»Realmente me daban ganas de vomitar.—No te culpo, al fin y al cabo, te conocí demasiado tarde. Pensé que después de aquella noche no nos veríamos más. Pero quién iba a saber que cuando nos volviéramos a encontrar, ya serías el esposo de otra persona. Huguito, quizás simplemente no estaba en nuestro destino estar juntos.Después de decir eso, Juana colgó el teléfono.Hugo dijo «¡oye, oye, espera!» varias veces, y luego, frustrado, soltó un «¡Joder!»Claro, con una oportunidad tan grande al a
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