La verdad es que no es tan simple.Aunque crecí mimada por mis padres, siempre me enseñaron a no ser una carga para los demás, a no pedir favores innecesarios. Esa es la razón por la que suelo rechazar ayudas, no por cortesía, sino por no querer incomodar a otros.Por supuesto, con personas cercanas, como Diana, me permito ser un poco más dependiente.Diana me miró pensativa. —Y si no pasas la entrevista, ¿qué harás? ¿Vas a tomarte un descanso?—¿Yo? ¡Para nada! No soy de las que se rinden fácilmente. Si no paso, seguiré buscando.—En serio, Sofía, con todo lo que tienes, podrías vivir cómodamente sin trabajar. Vendes la casa y tienes dinero suficiente para vivir sin preocupaciones. No entiendo por qué quieres lidiar con la esclavitud del trabajo. —Diana suspiró—. Los capitalistas son vampiros insaciables, te exprimen hasta la última gota.—Señorita de la alta sociedad, tú, hija de uno de los más ricos de Ciudad de México, trabajando diligentemente, ¿y me aconsejas no trabajar? ¿No es
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