Hugo, siendo el hombre inteligente que es, no necesitó más explicaciones.Su cara pasó por una serie de emociones: incredulidad, revelación, shock.Fue un espectáculo.En ese momento, sentí una satisfacción indescriptible, una especie de justicia.Hugo se puso nervioso y se agarró a las barras, con los ojos inyectados en sangre. —¡Sofía, estás mintiendo! ¡Estás mintiendo, maldita sea! ¡Juana no pudo haberme usado así!Los guardias intervinieron de inmediato, ordenándole que se calmara y se sentara, advirtiéndole que si no obedecía, terminarían la visita.—Hugo, cálmate. Hoy he venido a decirte esto porque, aparte del juicio, no creo que volvamos a vernos. Así que, por los siete años que estuvimos juntos, aunque tú me traicionaste, quiero darte la verdad para que entiendas todo antes de morir. Es lo último que puedo hacer por ti.Hugo se fue calmando poco a poco, y su expresión cambió de arrogancia a algo cercano a la lástima.—Mi padre tuvo una aventura con la madre de Juana, Luisa. Sí
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