No era de extrañar que Pascual, el mayor de los Ortiz, hubiese estado enamorado de ella todo ese tiempo.No era tampoco de extrañar que Eulalia siempre haya tenido problemas con Marta, obviamente era pura envidia.Tenía que conquistarla.En ese momento, Sergio tomó una decisión firme en su corazón.Miró a Marta, a su lado estaban Rosa y Juan, y dijo:—Tengo algo que discutir con Marta, los demás presentes deben salir.Rosa tomó a Juan del brazo, dispuesta a irse.Pero Juan, sin moverse, respondió: —Tú debes ser Sergio, ¿no? Me pregunto qué tienes que hablar con mi esposa que yo no puedo escuchar.—Sí, Sergio, Juan es mi esposo, él no dirá nada. — Marta asintió.Frente a los demás, ella siempre le daba la cara a Juan.Sergio frunció el ceño, fingiendo disgusto, y dijo: —Parece que Marta no está realmente interesada en reunirse con nuestro vicepresidente. Si es así, mejor olvidémoslo.—Matilde, ahora tengo que trabajar, ya sácalos de aquí.Matilde inmediatamente instó: —Marta, vámonos, n
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