“¿Qué pasa? Gritas mi nombre como si fuera el fin del mundo”, le dije en cuanto me di cuenta de que aún no había dicho nada. Tenía los ojos muy abiertos, como si acabara de descubrir algo enorme. Lo miré fijamente. Tenía puesto una sudadera y pantalones de chándal. Al principio me confundió por qué no estaba en el trabajo, pero luego recordé que hoy era día libre. “¿Cal?”, le llamé. Sacudió su cabeza. “Oh, lo siento. No sé si es demasiado pronto, pero quería preguntarte algo”.Primero Rowan quería hablar de algo, y ahora Cal quería preguntarme algo. Con lo inquieta que estaba, supe que probablemente no me gustaría lo que dijera. “De acuerdo, adelante”. Se quedó en silencio por un rato antes de tomar un profundo respiro. “Quiero pedirte una cita”. “¿Qué?”, tartamudeé, mirándolo fijamente con los ojos abiertos de par en par. ¿Le oí bien? No podía ser. Era imposible que me pidiera eso. Solo éramos amigos. “¿Quieres tener una cita conmigo?”, preguntó él, esta vez con su
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