El Alfa Fernando, aunque no me mira de forma espeluznante, no deja lugar a dudas de que quiere que me una a su manada. “Mi hijo, Santiago, puede que sea un año más joven que tú, querida, pero sé que te aceptaría encantado como su pareja elegida. Deberías asegurarte de considerar todas tus opciones. Una joven en tu posición tiene muchas opciones entre las que elegir. No sientas que estás obligada a permanecer en esta manada si no eres feliz aquí”. Santiago me toma la mano y me la besa. Pretendía ser un gesto encantador, pero se queda bastante corto ya que Santiago es joven y se nota que nunca antes ha besado la mano de una mujer.“Gracias, Alfa Fernando, Alfa Santiago. Estoy muy contenta aquí”, digo, tirando de mi mano libre de Santiago.Antes de que tenga la oportunidad de alejarme, otro Alfa está allí. Este es joven, mayor que yo pero no por muchos años. Su aura de Alfa y su encanto fluyen de él como el agua fluye sobre los guijarros de un arroyo. “Y yo soy el Alfa Eric”. Cuando me
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