Cuando por fin saca los dientes de mi pecho, lame la herida para cerrarla. Apoya la cabeza contra la mía. “Eres muy sexy, Lily-bud. Gracias. Donovan y yo estaremos mucho más tranquilos esta noche sabiendo que olerás como nosotros, aunque solo dure hasta mañana”.

“¿Oleré como ustedes?”, le pregunto.

Se pasa la nariz por el lugar en donde hundió los dientes y tararea suavemente. “Ya hueles”.

Me gusta la idea de que el olor de Clint se mezcle con el mío y a Andra también. Quizá sea eso lo que me hace atreverme. “Si quieres, puedes hundir tus caninos en mi otro pecho”.

Sus ojos brillan mientras Donovan empuja hacia delante inmediatamente y siento su excitación chocar contra mi muslo.

Después de darme mordiscos a juego en cada pecho, de hacer que ambos nos viniéramos de nuevo y de ducharnos por fin para quitarnos el sudor del combate y el desastre que hemos hecho en la ducha, nos preparamos para el almuerzo.

Me agarra de la mano y me lleva a donde vamos a comer. Como el almuerzo es